martes, 8 de agosto de 2017
¿DE VACACIONES?
¿DE VACACIONES?
Tito Ortiz.-
No he conocido en mi vida un ente más absurdo que el ser humano. Hasta donde yo alcanzo a comprender, las vacaciones son un tiempo de desconexión con lo habitual, de descanso, disfrute, de poner la cabeza en otras cosas, pero me equivoco. Las criaturas humanas, en lugar de ponerse al día durante las vacaciones con la lectura atrasada, conocer lugares nuevos, pasear, disfrutar de una gastronomía no diaria, pasar más tiempo con la familia o visitar a los amigos que están lejos, prefieren no desconectar. En mis días de holganza ya agotados, he comprobado con estupor, como las criaturas humanas, se apartaban en rincones para utilizar el WhatsApp con frenesí, inmersos en el mundo de todos los días. En lugar de hacer nuevas amistades, relacionarse, conocer a otros, el hábito de la telefonía móvil y sus posibilidades, los lleva a aislarse como todo el año, dejando morir los días de asueto corroídos por las nuevas tecnologías. No se les cae la Tablet de las manos, bien en contacto con los de siempre, perdidos en las redes sociales alienantes, o en los juegos de todos los días. Los he visto incluso con el portátil abierto mientras desayunaban en el comedor del hotel, mientras comían, o en los sillones del hol. ¿Eso son vacaciones?
Yo pensaba hasta ahora que, uno de los sacramentos de las vacaciones, era perder de vista y oído el despertador. Ya lo decía El Sabio de Tarifa, que en paz descanse: La mayor felicidad del hombre, es levantarse cuando se despierte. O sea, sin necesidad de poner el despertador, ni de que nadie te llame. Que hermoso poder levantarte cuando te despiertes sin estímulos externos, eso sí es felicidad. Y yo pensaba que eso lo hacíamos todos en vacaciones. Pues no. Hay quién se va de vacaciones y, se pone el despertador al amanecer el día, para bajar a la playa y plantar la sombrilla. Eso ya me parece de una esclavitud, propia del desvarío. Pero las gentes le han dado una vuelta de tuerca más a ésta sinrazón. Ahora lo que se lleva es, ponerte el despertador a las seis de la mañana, para llegar de los primeros a coger hamaca en la piscina del hotel, dejando como testigo de la ocupación una toalla. Esto ya me parece de juzgado de guardia. Que estando de vacaciones, te partas el sueño para conseguir una tumbona junto a la piscina, es de traca. Todos en fila, apretados, encorajinados, aguardando que el personal de mantenimiento del hotel, de el último repaso a la piscina y alrededores, para cuando se retiran, como si hubiera sonado el chupinazo de los sanfermines, salir en estampida a poner la toalla. Pero hay más, esto se lleva a cabo entre carreras, empujones, gritos de ¡Yo la vi primero!, miradas retadoras cuando un listo te ha ganado por la mano. El huésped de la 407, iba corriendo tras de ti, ha visto que llegabas antes a la que él quería y ha voleado la toalla diez metros por encima de tu cabeza, viniendo ésta a caer precisamente en la que tu querías, ha escuchado como tu rechinabas los dientes de ira, y se ha reído a mandíbula batiente, que es lo peor y más humillante. Ustedes creen que ¿Esto son vacaciones? Vamos señores… se nos ha escapado la cabeza.
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