martes, 27 de diciembre de 2016
VIENEN A POR TÍ
VIENEN A POR TÍ
Tito Ortiz.-
Nadie sabe lo aburrido que es, estar muerto, hasta que no se muere. Eso de levantarte por la mañana y no saber que hacer, porque no tienes nada de lo que preocuparte... bueno levantarte por la mañana es un decir. Aquí no existe ni el día ni la noche. De hecho, es bien sabido en el mundo de los vivos, que los muertos, de aparecernos, lo solemos hacer más bien por la noche, y eso es producto de que aquí no existe el tiempo, ni las estaciones, vamos aquí no llegan ni las de Vivaldi. En un momento estás pensando en los pelos de pascua, y ¡zas!, se te ocurre aparecerte a los tuyos, aunque les des un susto de muerte, que no son pocos los que han muerto, tras haber tenido la experiencia de ver junto a su cama, a su difunto padre, sonriendo como si tal cosa. Claro son muertes comprensibles, pero a ver como las explica el forense en su informe, porque es muy difícil que un juez admita, que el ahora yacente, dormía como un bendito a las tres de la madrugada – las tres de la madrugada es cuando nosotros tenemos recreo – y en esto que sin saber por qué, se despertó viendo un resplandor blanquecino a los pies del edredón, y en levantando la mirada, vio como flotando en el aire a su difunto padre, cuyo cuerpo dejó embutido en un nicho a perpetuidad, hace diez años. El caso es que en principio aquella aparición le gustó por ver a su progenitor después de tanto tiempo, luego estuvo a punto de preguntarle, pero el fantasma de su padre se le adelantó, y con media sonrisa en la cara blanquecina, mirándole fijo a los ojos le espetó: No se te ocurra dejar de pagarle a Emucesa el canon anual de mi nicho, si no quieres que venga otra noche y te arrastre de los pelos. En ese instante, un dolor intenso que salía del corazón y se irradió por su brazo izquierdo, comenzó a dejarlo sin respiración, hasta el punto de que cuando ya se le nublaba la vista, en el último aliento de vida, vio como el fantasma de su progenitor, le alargaba el brazo para tirar de él, al tiempo que le decía: Perdóname hijo, pero es que aquí me sentía muy solo, ahora con tu compañía, esto será más llevadero.
Y es que, ese es el peligro de estar muerto. Que en un momento determinado te aburres, y te da por hacer una excursión al mundo de los vivos y traerte a alguien para que te haga compañía. Sé que no es comprarte una mascota porque te sientes solo. Sé que ahí abajo, en el mundo de los vivos, cuando menos se arma la marimorena, por estos caprichitos que a veces nos dan a los muertos, pero eso es lo que tenemos los palmados. Que nos aburrimos, que no tenemos nada que hacer, que la eternidad se nos cae encima como una losa, y no sabemos en que emplear nuestro tiempo libre, que es todo. Manda castañas. Que no es que tengamos un ratito libre, que es que tenemos todo el tiempo del mundo, vamos que la eternidad es nuestra, y en ese plan, a ver quien es el guapo que aguanta solo. Que la muerte es muy mala, pero que una vez superado el trauma, lo que de verdad es malo es la soledad. Una soledad que comienza cuando los “emucesos” encorbatos y enlutados, te dejan dentro del nicho, en el interior del panteón familiar, o te sacan de la sala del adiós, para arrearte un fogonazo y dejarte mas frito que los pajarillos de, Los Altramuces. ¿Alguien puede decirme para qué me he muerto yo?. Ay... que me tenéis más frito que un chicharrón.
martes, 20 de diciembre de 2016
EL EMBOVEDADO
EL EMBOVEDADO
Tito Ortiz.-
Que hay vida después de la vida, es algo que ya nadie debe poner en duda: Aquí estoy yo, hace meses muerto, y sin embargo, atento a la actualidad como un curtido gacetillero. El no tener cuerpo, pero sí espíritu, o alma ó lo que ustedes quieran, me permite comunicarme con el mundo de los vivos, pero al mismo tiempo, el privilegio de entrar en conversación con cualquier muerto, pues donde me encuentro, no tengo más que desear entrar en contacto con el, y al instante, ya estamos de cháchara como si no hubiera un mañana. Bueno, para nosotros los maullados, la verdad es que no lo hay, pero es una forma de hablar. La otra tarde me encontré con mí admirado, Manuel López Vázquez, pintor de la calle del Carnero, junto a La Concha y El Manuel, y hablábamos de uno de sus referentes, el también paisano, José María López Mezquita, de su obra costumbrista y moderna, para su época. Recordamos aquella mañana de frío invierno, en el museo de Bellas Artes en Carlos V, cuando nos referíamos al genial pintor granadino, en compañía de Enrique Pareja, y Francisco González de La Oliva. Los cuatro analizamos con detenimiento, la aportación de López Mezquita, a la pintura nacional del momento, y en concreto, López Vázquez, me insistía en que echara un vistazo a un cuadro, pintado por José María, allá por 1904, que él había visto cuando estaba de aprendiz en el taller de Navas Parejo, y al que le había perdido la pista. Aquellas conversaciones nuestras, tenían lugar en el taller de restauración del museo alhambreño, mientras López Vázquez realizaba su trabajo, y Pareja, de La Oliva, y yo, lo admirábamos en su procedimiento y enjundia. Todavía no había ingresado, en la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de Las Angustias, tampoco Enrique Pareja había marchado a Sevilla, para dirigir el Bellas Artes hispalense. Ni de La Oliva, regentaba aún La Casa de Los Tiros. Yo era el crítico de arte de Patria, y Marino Antequera, el de Ideal. Franco estaba con una pierna aquí y otra allá – lo digo por la flebitis – y su yerno, el Marqués de Villaverde, intentaba lo imposible por obtener credibilidad como médico, asunto éste del que llegó desposeído a la tumba, con no pocas responsabilidades médicas a su espalda. Pero volvamos al arte.
El maestro López Vázquez, me insistió una y otra vez en que tenía que conocer, “El Embovedado”. Un cuadro de pequeño formato de López Mézquita, en el que se apreciaba una imagen de Puerta Real, casi aérea, cuando todavía no habían llegado las vías del tranvía a rodear la fuente, y en ese lugar, aparecía un viejo quiosco de madera, que al inicio de la carrera de La Virgen, ofertaba agua de cebada a los viandantes. Al fondo, una de las torres de la Basílica coronada por Sierra Nevada, y una Acera del Darro, por la que circulan algunos coches de la época, - los del punto - con sus cocheros de mantas a los pies, tabaco de chasca entre los labios y su látigo en la mano. López Vázquez, me insistía para que no me equivocara cuando lo viera por primera vez: Acuérdate Tito, que éste cuadro lo firmó, José María López Mezquita, no abajo en una esquina, ni por detrás. La firma está bien visible, a media altura de la obra, en el margen izquierdo, aunque algo centrada. No siempre nuestro paisano firmó así sus obras. Esa es la clave. Dicho y hecho. Desde entonces me dediqué a buscar éste cuadro, aunque en vida no tuve éxito. Ha sido después de muerto, cuando he tenido que ir al museo de la Varonesa Thyssen en Málaga a verlo, y a descubrirlo rodeado de la mejor colección de pintura costumbrista de los siglos XIX y XX. Nuestro paisano reina allí, al abrigo de los mejores compañeros de su época. Honor y gloria a López Mezquita, y a Manuel López Vázquez, que me lo enseñó e inculcó. Gracias maestro.
martes, 13 de diciembre de 2016
EMPEDRAILLO ALABAYCINERO
EMPEDRAILLO ALBAYCINERO
Tito Ortiz.-
Aquella perola hirviendo desde la mañana, en la vieja cocina de carbón, iba desprendiendo su aroma, através de la apertura que dejaba al haber colocado la tapadera, ligeramente ladeada, tal y como se ajustaba el sombrero andaluz, Juanito Valderrama. Aquellas judías riñoneras de la vega de Granada, junto a una hermosa cabeza de ajos, un puñado generoso de arroz, un pimiento cornicabra, y un sabroso chorizo de guisar, sometidos al fuego lento, con su carterilla de colorante, “El Aeroplano” y una hebra de Azafrán, expelían desde el fogón escaleras abajo de la casa de vecinos, el perfume de todo un manjar que iba a ser degustado, por los Ortiz López, en el viejo caserón de vecinos. Cuando llegabas del colegio a medio día, y aquel olor inundaba el zaguán, hasta los vecinos más despistados, anunciaban el plato que te esperaba: ¡ Anda Juanito, que hoy tenéis Empedraillo Albaycinero! Como te vas a poner. Y tenían razón. De todas las comidas, ese era uno de mis platos preferidos.
Tal y como ha llegado hasta nosotros, se trata de un potaje clásico del siglo XX, cocinado en los fogones albaycineros de un barrio humilde, cuyas casas de vecinos estaban pobladas por la clase obrera, contrastando junto a los cármenes de grandes fortunas y blasonados apellidos. Aunque su origen es muy anterior, pues se sabe que los romanos granadinos ya consumían arroz, aunque lo importaban de China. En honor a la verdad, fueron los árabes, quienes introdujeron su cultivo en la península, y lo cocinaron, junto a otras legumbres. Ya en la Granada conquistada por los Reyes Católicos, y tras el descubrimiento de América por el almirante, Cristóbal Colón, se sabe que en las bodegas de sus barcos de regreso a España, vienen las alubias, que serán cultivadas en la Vega de Granada en su variedad de riñonada blanca, que forma parte de éste plato. El Empedraillo Albaycinero, recibe su nombre del aspecto una vez emplatado, muy parecido al empedrado de las calles del popular barrio, en cuyos hogares vivieron los obreros y arquitectos que levantaron la Alhambra.
Es cierto que se trata de un plato humilde de la riquísima gastronomía granadina de los últimos cinco siglos, y no lo es menos, que una vez servido, con dos toques simples de imaginación, se puede convertir en un manjar de dioses, habiéndose llegado incluso, a servir frío, como contundente entrante granatensis, que abre el apetito para ingerir otras viandas. Arroz, Alubias, un tomate, un pimiento verde, una cabeza de ajos, una patata para trabar el caldo, colorante, aceite, unas hebras de azafrán, una cuarta de chorizo dulce y un huevo duro, son ingredientes suficientes, para preparar éste guiso competidor, con cualquier otro hervido de la piel de toro. Si se sirve al comensal con el boato suficiente, siguiendo el ritual de la tradición, el éxito está asegurado, y el placer en las papilas gustativas, también. Yo ya estoy salivando, al recordar éste ceremonial: Se emplata solo el arroz y las judías. Al chorizo que ha cocido en la cazuela, se le quita la piel y se pica a daditos muy pequeños, que se ponen sobre el guiso en la parte central, a modo del corazón de una flor, cuyos pétalos se formarán en derredor con finas láminas del huevo duro, formando el tallo de la flor con un chorreoncito de aceite virgen extra. Después de saborear éste guiso, no echará de menos ni el caviar, ni la langosta... se lo aseguro. Hay quiénes hemos tenido que volver del mundo de los muertos, temporalmente, solo para ponernos cerca de uno de éstos platos, y disfrutar hasta el éxtasis de ésta maravilla gastronómica granatensis, que como en tantas otras ocasiones, demuestra que no se necesita ser un guiso caro, para ser bueno.
martes, 6 de diciembre de 2016
LUCES DE NAVIDAD
LUCES DE NAVIDAD
Tito Ortiz
Los que piensan que porque esté muerto, no me doy cuenta de las cosas, es que no me conocen. Que uno de los primeros que dio la voz de alarma, aquí en el otro mundo, fui yo. Era imposible no advertir a finales de Septiembre, que las luces de Navidad, ya estaban puestas. Éste año los instaladores han madrugado más que nunca, posiblemente, para que nos demos cuenta de lo globalizado que hoy día está todo. Una de las ventajas de ser un espíritu, que en su día dio vida a una pulcra osamenta, es la de viajar por el éter y poder desplazarme donde me plazca. Así que ni corto ni perezoso, me he dedicado en los dos últimos meses a visitar algunas provincias andaluzas a las que he añadido, Madrid y Barcelona, por aquello de tener una referencia clara sobre el asunto. Y en efecto, éste año las luces de Navidad se han puesto antes, como si una sola empresa hubiera accedido al concurso luminoso de todo el país, y por falta de personal e infraestructuras, se hubieran echado a atravesar las calles de fachada a fachada, para poder llegar a tiempo del encendido en todos los pueblos. Si se dan cuenta, observarán que todos los dibujos y figuras habituales de las bombillitas de colores, son los mismos, y ya para remate de la uniformidad lumínica del suelo patrio, en todo lugar, villa, concejo, o territorio conquistado a los belenistas, la autoridad competente ha hecho instalar un cono enorme, a modo de árbol navideño, que aunque compite en metros de altura de una provincia a otra, iguala plazas y explanadas, como si en el subsuelo habitara el mago Merlin, y éste artefacto coronara su testa de blanca pelambrera. Menos mal que en la capital del reino de Granada, hombres y mujeres capitaneados por Antonio Pipó y mi admirado maestro, Pepe Liébana se han decidido a dar un paso adelante, y hacen de ésta Navidad algo especial y sin precedentes. Que en cada comercio elegido, se vea con luz propia una escena belenista, un portalico, un misterio, una escena navideña de nuestra más pura tradición, que al igual que con, El Santo y La Limosna, recorre nuestros comercios, convirtiendo sus escaparates, en una puerta abierta a la tradición y el buen gusto. Los hombres y mujeres belenistas de Granada, han querido éste año, importar ésta costumbre del Diorama, arraigada en otros lares, para dotar a nuestra capital, de un atractivo más, en colaboración con menesterosos comerciantes que con ilusión viven ésta primera experiencia. Junto a los belenes históricos, artesanales, populares o infantiles, éste año la familia crece con éstas escenas de belenes Diorama, que por sí solas, constituyen toda una ruta, para el disfrute de grandes y pequeños. Estos pesebres al paso del viandante, se transforman en parada obligatoria, para aquellos que gustan de la tradición de nuestro nacimiento, del portalico albayzinero, de las figuras de barro de nuestro sin par, Mariscal, y de su alumno aventajado, Manuel Collado, que tanto arte hecho barro ha dejado en Granada. Yo, porque estoy muerto, si no, me los veía todos, pero es que ya no doy más de sí. A éste paso no me como los mantecados. Pero me anima mucho, Alfonso Alcalá, que ha llegado aquí antes de tiempo. Él, como hombre de teatro, sabe tanto de tramoyas y atrezos, que viendo lo que son capaces de hacer estos artistas vocacionales, en el receptáculo que les permite una caja a modo de fondo teatral, es el que me anima para que bajemos al entorno de Emperatriz Eugenia, y disfrutemos como niños. Lo mismo le hago caso.
martes, 29 de noviembre de 2016
MARTÍN MORALES VIVE
MARTÍN MORALES, VIVE.
Tito Ortiz.-
Con la muerte de mí padre el dos de octubre de mil novecientos noventa y cinco, no sólo se me fue el gran soporte de mi vida, sino el conversador infatigable con el sentido del humor más grande del mundo. Mi padre le ponía siempre la sonrisa, - y a veces hasta la carcajada- a los temas más dramáticos. Desde niño fui un apasionado de las conversaciones de mí padre con sus amigos y conocidos. Mi progenitor, hablaba de cirugía taurina con su buen amigo, don Juan Pulgar, y yo aprendía de medicina y toros. Siempre fui un niño tímido y callado, con lo cual, jamás interrumpí una charla paterna, ni en casa ni fuera, y siempre presté gran atención a lo que se decía. Tal vez por eso conservo una buena memoria de Granada y sus gentes, desde la década de los cincuenta hasta ahora. Con el doctor La Serna hablaban de la próstata, que finalmente le extirpó. Con Miguel Rodríguez-Acosta, en su Carmen del Albayzín, mi padre charlaba de pintura, mientras barnizaba la baranda exterior de madera con barniz de barco. De mantillas bordadas con, doña Isabel de Medinilla, de fútbol con el doctor Rancaño, y de Dios con el padre Arcoya, párroco de Las Angustias, y eso sí que tenía mérito, porque mi padre era un descreído, sobre todo recelaba del clero, y sus conversaciones siempre me parecieron de Don Camilo y don Pepón. Pero si disfruté de conversaciones de mí padre con sus amigos, las que se llevan la palma, son las que mantenía con Paco Martín Morales, cada vez que el humorista gráfico, aparecía por el taller greñúo de la calle, Cuartelillo, en el lateral del hospital militar. En aquel patio de vecinos donde mí padre se dedicaba a restaurar y barnizar muebles, se llevaban a cabo las tertulias más importantes del momento, al olor de la goma laca y el Celtas sin emboquillar. Mí padre juraba en arameo, cada vez que Martín Morales bajaba de la Alpujarra con un “foel” metido en un saco, pretendiendo que aquello, después de pasar por las manos de mi progenitor, terminara siendo un mueble de época en su mejor esplendor. Pongo por ejemplo, el día que en una talega, Paco traía unos palos rotos, y al cabo de un mes, recogió del taller, un mueble de lavabo de dormitorio, con su espejo, jarra y palangana, propio de un marquesado. Paco Martín Morales, no era el cliente desentendido de sus encargos, todo lo contrario, mientras mi padre emprendía el proceso de, resucitar las cuatro tablas viejas que el humorista le llevaba, cada tarde Paco se pasaba para seguir el proceso de restauración, y poder conversar con mi padre de lo divino y de lo humano. Aquello no era la típica relación, artesano, cliente, sino la de dos amigos en una competición, para ver cual soltaba el disparate más gordo y desternillante. El día que Paco apareció con un baúl desvencijado y apolillado, que había encontrado abandonado en un cobertizo de Caratáunas, y pretendía que mi padre lo convirtiera en algo que adornara el zaguán, terminaron cantando a dúo, Tatuaje, de Concha Piquer y con la firme promesa de mi progenitor de matarlo, si volvía por el taller con cuatro tablas viejas confiado en que un mes más tarde, se las llevaría convertidas en un mueble presentable, como ocurría siempre. Hoy, al ver la exposición que mi admirado Alejandro Víctor García, ha comisariado con algunas obras de Paco, resuenan en mi mente los chascarrillos, dejes, modismos, y costumbres, vertidas en aquel patio de la calle Cuartelillo, en el corazón del Realejo, cuando el gran Martín Morales, y Juanillo el barnizador, se enfangaban en los dichos de una época irrepetible, que yo tuve el honor y la suerte de ver y vivir en primera fila. La otra tarde me llevé a mí padre e ver la exposición de su amigo, Paco Martín Morales, se lo pasó también que me ha hecho prometerle que lo llevaré otro día, porque en una sola visita, se te pasan muchos detalles. Al salir a la Acera del Casino, mí padre tenía los ojos húmedos, pero con una amplia sonrisa. Siempre lo admiró y predijo que triunfaría. Mi padre era un sabio. Barnizador... pero sabio.
martes, 22 de noviembre de 2016
ESCOBILLA Y REMATE
ESCOBILLA Y REMATE
Tito Ortiz.-
Estoy muerto, y bien muerto, pero eso no es motivo para aburrirme. Al contrario. Ahora que tengo tiempo, y puedo avanzar en él hacia delante y hacia atrás, aprovecho para tener las conversaciones con los amigos y conocidos, que en vida, por aquello de las prisas, siempre posponía, con inusual indolencia, como corresponde a un granaíno, hasta los tuétanos. También hago uso del privilegio de todo muerto que convive con los que me han precedido en el solemne acto de entregar la cuchara. Por ejemplo: Ayer eché un rato de charla con Carmen Amaya, de esos que son todo un privilegio, y se te quedan pegados a las entretelas del alma. Escuchar a la genial bailaora catalana, como fue su paso por Granada, es todo un privilegio solo al alcance de un muerto como yo. Carmen Amaya, me contaba con ojos desorbitados, como fue su descubrimiento del Sacromonte y sus gentes, como se empapó de todo lo nuestro, aprovechando su visita a Granada al principio de los años treinta, formando parte de la compañía del genial, Manuel Vallejo. Y esa no fue la única ocasión en la que convivió con los gitanos granadinos, puesto que evidencias hay de temporadas en nuestras cuevas, al abrigo de La Alhambra. Igualmente, disfruto como nadie, cuando hablo con Vicente Escudero. Él vallisoletano que nació el mismo año que Federico García Lorca, me cuenta con alegría, que le supuso un gran impacto conocer el Sacromonte, y un privilegio, poder bailar con los vecinos y vecinas, de los que tanto aprendió éste genio que ya en 1929, supo lo que era triunfar en Francia.
Que Carmen Amaya y Vicente Escudero, dos monstruos de la historia del baile flamenco, que recorrieron todo el mundo en varias ocasiones, advirtieran el valor intrínseco de la jondura granadina, personificado en el arte gitano andaluz de nuestro Sacromonte, no hace más que ratificar la aportación personalísima y única que el flamenco ha mantenido en Granada desde la noche de los tiempos. Una catalana y un vallisoletano, a los que no se les cayeron los anillos, al reconocer la verdad y originalidad de nuestra flamencura. Los dos son un claro exponente, de todos los que no siendo de aquí, han visto en nosotros, lo que a veces los nuestros nos niegan, o no están dispuestos a reconocer, babeando ante lo de fuera y ninguneando lo de dentro. Por eso es tan importante que Sevilla, la Sevilla de los conversos, como Miguel Acal, que habiendo nacido en una cueva de la Cuesta de Los Chinos, a la vera de la Torre de La Cautiva, se guardaba de confesar su procedencia. O la Sevilla acogedora, que amorosa hace suyos a Miguel Ángel Cortés, o Beatriz Martín, entre otros, haya reconocido con su Giraldillo, el galardón más preciado de su bienal de arte flamenco, inventada por el archidonense, José Luís Ortiz Nuevo, el baile como una Catedral, de Patricia Guerrero, y el Cante con Sabor a Fragua, de Marina Heredia, heredera de los ayes y quejíos más puros, nacidos de las gargantas ilustres de los Parrones, o Juanillo “El Gitano”. De nuevo, el Albayzín con el baile de Patricia, y el Sacromonte con el cante de Marina, han sido reconocidos por la gente de fuera, y por la cúpula de los entendidos, como los claros exponentes de una ciudad, que todavía tiene mucho que decir en el flamenco, que lo viene diciendo desde que éste arte se inventó, y que Juanito Varea, aunque nacido en Burriana, de Castellón de La Plana, enriqueció con su arte, al reconocer en ésta tierra, singularidades flamencas que no encontró nunca en otras que cultivan el mismo arte, llegando incluso a contraer matrimonio aquí, con una posterior celebración sacromontana, cuyos ecos perduran en Valparaíso. Patricia Guerrero y Marina Heredia, son ya dos princesas alhambreñas, que pernoctan en Los Reales Alcáceres. Honor y gloria a las dos damas.
martes, 15 de noviembre de 2016
LA SAGA DE LOS PORRETAS
LA SAGA DE LOS PORRETAS
Tito Ortiz.-
En éste país donde la política está judicializada, y la justicia es lenta y politizada, lo mejor que le puede pasar a uno, es estar muerto, así no sufro, pero eso no quiere decir que no me subleve contra la sinrazón y la sinvergonzonería. Aquí en el otro mundo, los muertos como yo, nos reímos mucho cuando comprobamos, que ese partido nuevo, limpio e impoluto, que da lecciones a todos de buen comportamiento y honradez, de vez en cuando, deja emerger algún personajillo que se les ha infiltrado en las listas, y que mete la mano en el cajón del pan. Unas veces son los que no declaran a Hacienda ingresos millonarios, otras los que especulan con viviendas de protección oficial, o los que como en Baleares, al más puro estilo Jaume Matas, siguiendo la estela de la corrupción peperiana, se hacen favores entre sí, dentro del partido que va a salvar a la Patria, llamado Podemos. Lo de Xelo Huertas, Montse Seijas y Daniel Bachiller, dice el policía de asuntos internos en Podemos, Pablo Echenique, que huele mal, y por eso los suspende y pone en cuarentena, cercanos a la rampa de expulsión. ¿Comprenderá alguna vez en su vida el Capitan Poldark, que la corrupción es una enfermedad histórica en éste país nuestro, y que afecta a todos?. Que no se trata de siglas, no, que va en nuestros genes, y que aquí, el que no manga es porque no puede, que éste es un país de trincones, pillos y maleantes, y si no se lo llevan es porque ya están conmigo en el otro mundo, y a nosotros los muertos, no se nos permite delinquir, para poder servir de ejemplo, pero una vez muerto, ya se sabe, la cebada... al rabo.
Segismundo Porretas en el Casino del Buen Jubilado, la difícil relación con su nuera, Candelaria, y su amor por la Bella Chulita. Avelino, el hijo calzonazos, don Hermógenes, Saturnino Festón, Roque Cus-cus de La Ensenada, Tía Luzgarda y hasta, Piluchi, hermosas criaturas nacidas a las ondas inmortales de la mano del dios de la radio española, Eduardo Vázquez, bajo el paraguas inolvidable de, “La Saga de Los Porretas”, son los que ahora ocupan escaños en la carrera de San Jerónimo, y cansados de haber protagonizado una transición política y radiofónica envidiable, ahora se dan al tango por los portales, a los sones del trincón. No hay bandoneón que se resista a ponerle música a un sainete de Podemos, donde se albergan personajes de la genial saga radiofónica, junto a las peleas al estilo, Juanito Valderrama y Dolores Abril, de Íñigo y Pablo, y la intrascendencia silenciada por los andaluces, de las primarias protagonizadas por, Rodríguez, Gutiérrez y Lizárraga, ayunas de una ideología definida e identificable, y sobradas de rebufos asamblearios de la Puerta del Sol, con tintes atisistema, incapaces de mostrar un proyecto ilusionante a los ciudadanos en general, quemados por el bipartidismo y conformándose con decirle a los suyos lo que quieren oír, pero ese es su mal, que sólo son capaces de convencer a los de casa, a Los Porretas, cuando lo conveniente sería ampliar el círculo, y llegar a más descontentos con el pesoe. Fagocitar a Izquierda Unida, no les ha servido para nada. Bueno sí, para que Julio Anguita convulsione por las noches, pero eso no resuelve los graves problemas de éste país, ni procura una mayoría de izquierdas representada en escaños parlamentarios, como es la que arrojan las urnas. Una vez más, los intereses particulares y partidistas, nos hurtan a los ciudadanos un gobierno que refleje la verdad del escrutinio, y no el encanallamiento de nuestros personajillos políticos, ya sean bisoños o vetustos en el ejercicio del joder... a los demás, aunque ya estemos muertos.
martes, 8 de noviembre de 2016
MATILDE, PERICO Y PERIQUÍN
MATILDE, PERICO Y PERIQUÍN
Tito Ortiz.-
Aquella radio de cretona – que dice Juan de Loxa – con su fundica para que no le cayera el polvo, con su gitana y su torero encima, tenía el magnetismo de reunir a la familia en su derredor. Años más tarde, cuando llegó la televisión a casa, la pobre fue desposeída de la pareja inseparable fabricada en Chiclana, y el torero y la gitana, resplandecieron sobre el nuevo electrodoméstico, que nadie sospechaba nos iba a cambiar la vida a todos. Porque deben saber los que todavía están vivos, que existe un antes y un después en el comportamiento humano, desde que un aparato de televisión, aunque fuera en blanco y negro, con un solo canal y que tardaba en encenderse una eternidad, apareció en el salón de casa, no solo para quedarse como si fuera de la familia, sino para modificar nuestros usos y costumbres, nuestra educación, comportamiento humano y proyección astral, pues no hay que olvidar, que algunos muertos nos aparecemos a través de la televisión. Para vernos no hay más que estar atentos, y dejar la mente en blanco, como la llevan de serie algunos políticos. Sobre todo, aquellos que no quieren ver la corrupción en su partido, o a los que la corrupción les incomoda su tren de vida. Hay un senador del nuevo partido que da lecciones de honestidad y honradez, que accedió a dedo a un piso de protección oficial, cuando la mayoría se sorteaban, que lo vendió por más dinero, y todo bajo el manto de la legalidad. Me parece estupendo, pero esa no es la ética que pregona éste senador, que ya dio lecciones sobre éste tema en sede parlamentaria. Pero a los muertos nadie nos oye, estamos acostumbrados a pregonar en el desierto, aún así, no cejamos en nuestro empeño. La corrupción política, es como aquel viejo serial de la radio española: Matilde, Perico y Periquín, que con las voces del inolvidable, Pedro Pablo Ayuso, Matilde Conesa y Matilde Vilariño, episodio tras episodio, el argumento terminaba con una trastada de Periquín, cuyo padre ya resignado, lo buscaba por toda la casa a la voz de... Periquín, guapo, ven aquí... con el fin de darle una buena tunda, pero el niño no aparecía, y la sintonía del final, ahogaba las voces de su progenitor, que una vez más, no daba caza al pequeño gamberro, y el asunto quedaba encapsulado hasta el siguiente programa, en que la trastada no se haría esperar. Pues de ésta forma, al más puro estilo del serial famoso, la corrupción ya forma parte de nosotros, de nuestra vida cotidiana, hasta el punto de que nuestra capacidad de asombro ya agotada, nos adormece en la frustración, quedando a la espera de una justicia lenta y politizada. El día que la Agencia Estatal de Administración Tributaria, entre a saco en algunas notarías españolas, y levante un puñado de alfombras, lo mismo algo empieza a cambiar. Aquí en el más allá, algunos días charlo con magistrados y jueces que lo fueron, y todos coinciden en advertir, que de todas las instancias, la menos investigada hasta ahora es la notarial, un asunto curioso éste, si tenemos en cuenta el ámbito amplio de sus acciones. Los notarios dan fe de un montón de cosas, y como en cualquier actividad, es imposible que todas se ajusten a derecho. De hecho, algunas cosas firmadas en notarias, terminan luego en los juzgados de instrucción, sin que nadie pida responsabilidades. Es posible que estemos ante el gremio profesional más honrado y honesto del mundo, y que por eso no sea habitual ver a un notario en el banquillo. Si esto es así, y conste que lo dice un muerto, ya estamos tardando en darles un homenaje nacional, tal proeza, bien lo merece... y yo doy fe.
martes, 1 de noviembre de 2016
SE ME HA MUERTO EL CANARIO
SE ME HA MUERTO EL CANARIO
Tito Ortiz.-
No había forma de cerrar el ataúd. Por más que apretábamos todos sobre la tapa, aquello no bajaba hasta encajar y poder echar la llave. Una cosa que nunca he comprendido. Para qué poner cerradura con llave en un féretro. ¿Alguien espera que el muerto levante la tapa y salga andando?. De todas formas, era raro que no pudiéramos ajustar la tapa con el fiambre dentro, si el de la funeraria, La Soledad, se había tirado un buen rato tomándole medidas al bueno de Anselmo, que con la mirada en la lámpara del techo, y sin parpadear, lo esperaba desde que su corazón dejó de latir a eso de la hora de la siesta. Concha su viuda, solo escuchó desde el comedor, donde pegada a la radio prestaba atención al capítulo correspondiente de “ Ama Rosa”, un ronquido más largo y fuerte de lo normal. Después, cuando entró a despertarlo para que le cambiara el agua al canario y le pusiera alpiste, Anselmo no le respondió, a pesar de que insistentemente, prestaba mucha atención a los desconchones del techo. Concha salió a la calle dando gritos, los vecinos se arremolinaron, vino el médico a confirmar lo que todo el mundo sabía, que Anselmo no respiraba, y al rato llegaron los de las pompas fúnebres, que entraron al dormitorio y tirando de metro, anotaron el área del cuadrado, la hipotenusa, los catetos, la raíz cuadrada de pi, catorce dieciséis, y ante la viuda, tiraron de álbum plastificado para que eligiera violín, acorde a su bolsillo, porque Anselmo llevaba años sin pagar el seguro de decesos, importe que mensualmente y a escondidas de su contraria, empleaba en paquetes de celtas cortos sin emboquillar, y tintillos con casera, alternos en días laborables.
La tapa no cedía. Anselmo no había engordado desde que había sido tasado por los de la corbata negra. Por mucho que el vientre se expanda postmorten por el asunto de los gases, no lo hace hasta el extremo de impedir cerrar la caja. Anselmo era corpulento, y más con sus manos entrelazadas a la altura del ombligo, pero no hasta el punto de dejar la caja entreabierta, como un bocadillo de pringá del puchero. Mientras nosotros dábamos vueltas alrededor del finado, para dar con la clave de poder embutirlo definitivamente, en el pijama de pino barnizado a la goma laca, Concha no para de barrer las cascarillas de alpiste, restos de pequeñas plumas, y alguna que otra cagarruta del canario, ajena a todo lo que sucedía en el comedor, donde habían arrinconado el repostero, para que presidiera la estancia, el orondo cadáver de Anselmo, que por momentos se iba poniendo amarillo, a la luz de sus cuatro cirios, ante la mirada atenta e impertérrita del crucifijo colocado tras su cabeza. Concha, absorta en el barrer, bajo la percha de la jaula del canario, unas veces murmuraba y otras rezaba a modo de letanía, lo que todos achacaron a la impresión recibida por la inesperada muerte de su marido. Por fin a mi hermano Falo, técnico titulado en el manejo de cadáveres y cajas mortuorias, se le ocurrió que lo único que nos quedaba por intentar, era bajar al finado al suelo, y sentándonos en la tapa, hacer que ésta bajara hasta lograr echar la llave en la cerradura. Dicho y hecho. Tomamos impulso al unísono, levantamos nuestras posaderas a la vez, y nos dejamos caer con tal fuerza, que la tapa se juntó con la base de la caja, y en un pispás, Falo, con la habilidad y rapidez de la cobra del Nilo, dio media vuelta a la llave, cerrando herméticamente el catafalco, y dándole con ello al bueno de Anselmo, la privacidad requerida, para un maullado digno en su propio velatorio. Durante la acción, escuchamos un ligero chasquido, que achacamos a la presión de la tapa, sobre el receptáculo donde posaba el finado, y no le dimos mayor importancia. Tras el entierro, nadie echó de menos al canario, aquel animalito que era el ojo derecho de Anselmo, al que prodigaba sus cuidados y carantoñas, ante la mirada en ángulo de Concha, que siempre juró venganza, y supo esperar su oportunidad. Cuando pusieron a su marido muerto en el féretro, esperó a estar sola, y colocó hábilmente bajo su espalda, la jaula con el pájaro objeto de su odio. Desde entonces canta con pasión aquello famoso de: Pun catapún chimpún, que se me ha muerto el canario...
martes, 25 de octubre de 2016
NO DISPARAR AL PERIODISTA
¡NO DISPARAR AL PERIODISTA!
Tito Ortiz.-
Veo con frecuencia, por estos pasillos del otro mundo, llegar antes de lo previsto a compañeros y compañeras periodistas, que desarrollaban su trabajo con tal honestidad, que la verdad los lleva a ser eliminados, como sujetos peligrosos, ya que informan a la sociedad a la que sirven, con veracidad y hechos ciertos. Un asunto que no pueden soportar los que, ostentando el poder en cualquier parcela, se ven retratados en nuestros escritos. Por eso hoy día, la vida de un periodista no vale nada, y se nos elimina con total impunidad, sin darnos siquiera la satisfacción de detener al sicario que apretó el gatillo. La antigua Rusia y México, saben perfectamente de lo que hablo. A éste otro lado del globo terráqueo, aunque no silben las balas sobre nuestra nuca, existen otras formas de muerte profesional, si no te doblegas a los gustos e ideologías, de los que tienen la sartén por el mango. Podría poner muchos ejemplos de periodistas conocidos míos, que han sido cesados en sus cargos por no lamerle el culo, al responsable provincial del partido en el poder. Tengo las pruebas para mostrárselas a quién me las pida. De igual manera, cuando vivía, tuve conocimiento de otros que fueron cesados fulminantemente, y mandados a la cola del paro, por haber sido hombres de confianza del director general anterior, o por tener mayor titulación, conocimientos y experiencia, que el nuevo jefe nombrado a dedo, que al reconocer su inferioridad, no podía soportar que un subordinado, fuera más brillante que él mismo en su trabajo.
En una democracia como la nuestra, hay muchas formas de matar a un periodista, sin tener que pasar por comisaría. Basta con hacerle ganar a final de mes, menos que a la asistente de hogar, que solo va tres días en semana a casa. Poseo relación de éstos casos, para quién quiera consultarlos. Encontrar un periodista mileurista en éstos días, ya es todo un éxito, se lo puedo asegurar. Por eso estoy cada día más contento de estar muerto, y no tener que padecer las circunstancias actuales de una profesión, que cuando históricamente tiene más órganos para su defensa, como asociaciones de la prensa, colegios profesionales o sindicatos, vive sus peores momentos en cuanto al reconocimiento de su labor, el salario por su trabajo y el alto índice de paro entre sus filas. Me constan las dificultades por las que pasan algunas compañeras y compañeros, para poder pagar la cuota a la seguridad social como autónomos, ejerciendo diariamente su profesión con dignidad y solvencia plenas.
La otra tarde en el aeropuerto esperando para embarcar, escuché la conversación de dos ilustres políticos, es lo que tienen estos asientos unidos por la espalda. No estaban enojados por el juicio que se lleva a cabo por corrupción en su partido, ni por los camaradas encausados, toda su ira se descargaba contra los periodistas, porque éramos los culpables de que lo ocurrido se supiera. Ya saben, el viejo adagio de matar al mensajero, está hoy más vigente que nunca. A mí me recuerdan las películas del viejo oeste, cuando al pianista que amenizaba el saloon, próxima la refriega de tiros, alguien siempre le colgaba un cartel en la espalda: ¡Por favor! No disparar al pianista. Nuestro sacramento irrenunciable es contar la verdad, y eso no debería ser la causa de nuestra muerte, aunque para una parte de éste mundo enfermo y loco, sea suficiente. Como ya dije una vez muerto. Más vale morir, que perder la vida.
miércoles, 19 de octubre de 2016
LAS CALDERAS DE PEDRO BOTERO
LAS CALDERAS DE PEDRO GOTERO
Tito Ortiz.-
En éste mundo de los muertos donde moro, la interpretación del tiempo es muy distinta a cuando estaba vivo. Claro, ya no tengo prisa para nada. A mí ya no hay quién me encuentre en una bulla, aunque repartan billetes de quinientos euros. Por eso la otra tarde se me ocurrió darme una vuelta por las calderas de Pedro Gotero, a ver que se cocía por allí. En vida me paraba a ver las obras en la calle, ahora muerto, me paseo por el infierno. Cada estado de la materia, tiene su forma de pasar el rato. Lo del calor en las archifamosas calderas no es una leyenda urbana. Una sauna finlandesa, es una jugada de parchís, para lo que allí hierve. Y luego hay que aguantar, junto a los alaridos de los pecadores, la tonalidad infame y desafinada de los demonios, que cantan incesantemente, unas veces por Luís Aguilé, y otras por Georgie Dan. Lo dicho: Un infierno.
Esos demonios peludos, de cuernos retorneados, patas de cabra y rabos alatigados, infligiendo severos castigos a los pecadores, son de por sí, una visión espantosa que ningún humano debería soportar, a no ser que se haya ganado tal honor durante su estancia en la tierra de los vivos. Por allí estaban, Adolf, Paquito el de El Ferrol, e ilustres de la historia negra de la humanidad, junto a otros que yo nunca hubiera imaginado que estuvieran en el infierno, y hablo de gente importante, desde príncipes de la iglesia, a santos, pasando por reyes, políticos, jurisconsultos, policías, periodistas, médicos y aparcacoches. El muestrario de los que arden en las calderas de Pedro Gotero, es tan sorprendente, que es para quedarse embobado, observando a la peña, como se desgañita expiando sus culpas eternamente, que ese es el final de todo aquel mal bicho que pasa por la vida, haciendo la puñeta al prójimo o quitándosela. La visión de un asesino en serie, metido en una perola de agua hirviendo hasta el cuello, gritando como un poseso de dolor, que a la vez soporta un altavoz a cada lado de la cara, a todo volumen, con la discografía completa de Las Grecas, no es que resuelva sus fechorías, pero compensa un poco. Pero hay algo que si me llamó la atención: Los puestos reservados. Pude ver los habitáculos que están esperando que lleguen sus futuros moradores, para sufrir el castigo eterno. Como el vestuario de un gimnasio, las perolas y potros de torturas, tienen cada una sus plaquitas con los nombres de quienes están llamados a ocupar su lugar eternamente. Bajo el nombre, se lee el motivo por el que ellos, que todavía están vivos y no lo saben, penaran toda la eternidad, en tan despiadado lugar. Muchos de ellos son políticos en activo, con el rostro de cemento armado, que campan a sus anchas al comprobar, que cuanta más corrupción se descubre en su partido, más agradecidas les son las urnas, en éste país de despropósitos, en el que la honradez se paga con la indiferencia, y el canalleo con una sonrisa. Si el juez Baltasar Garzón está fuera de la carrera judicial, es que nadie puede dormir tranquilo. La maldad campa a sus anchas, sin que nadie con poder quiera evitarlo. Ni siquiera el infierno es la panacea para redimir a los malditos, lo bueno es que... Es para toda la muerte.
martes, 11 de octubre de 2016
TORTILLA DE COLLEJAS
TORTILLA DE COLLEJAS
Tito Ortiz.-
Dice Curro Andrés, - y si él lo dice yo lo bendigo – que las mejores collejas se cogen por las inmediaciones de la Silla del Moro. Es verdad que hablando de tortillas en Granada, siempre se nos va la mente a una aportación histórica, que nos baja a la ciudad procedente de las cocinas de la Abadía del Sacromonte, donde aprovechando la casquería de la matanza, y propinándole buena dosis de calorías, se produce un invento bien divulgado, que alimentó a los internos durante decenas de años, y traspasó el camino de las cuevas, para hacerse un hueco, en las cartas de los restaurantes más reputados, no solo de la provincia sino a título internacional. La tortilla Sacromonte, con sus sesos y criadillas, conquistó mesas importantes, pero en el camino, se han quedado exquisiteces, como la tortilla de collejas. Desde que el mundo es mundo, y Granada cae por éstos terrenos, las collejas han sido recogidas por los conocedores de sus bondades, para incluirlas dentro de las delicatesen culinarias de nuestra cocina. Ésta verdura fina, de alta cuna gastronómica, que nace a la vera de caminos y sembrados, pasando desapercibida a los ojos del profano, constituye un plato de los más preciados, por su finura y buen gusto. Una tortilla de collejas, esponjosa, en su punto de sal, con la cocción justa de la verdura, y cuajada al punto, no necesita de mayor aditamento, ni maridaje, ni puñetas al sol, sólo un paladar fino que sepa apreciar un tesoro gastronómico de la más alta alcurnia, que afortunadamente no se ha masificado, ni manufacturado, al estilo comida rápida porque primero: Hay que ser todo un experto para conocer la colleja, su paraje, entorno de crecimiento, época en la que se puede recolectar y corte preciso con la navaja, para no dañar una planta tan delicada, que debe llegar a la mesa en perfecto estado de conservación, plena de aroma y con todos sus nutrientes. Segundo: las collejas admiten pocas bromas. Lo mismo que su lugar de nacimiento es espontáneo y abrupto, su crianza y posterior preparación, requieren de procesos muy naturales, que en nada perturben su maduración y frescura. Aunque algunas mentes pensantes, se empeñan en añadirla a guisos y ensaladas, que nadie se complique la vida. Mi consejo es que se deguste en tortilla, generosa de huevos, cochura a fuego lento, vuelta con tapadera de madera, y más vale dorada, que tostada.
La tortilla de collejas, es uno de los emblemas de la cocina tradicional granadina, cuya divulgación se ha circunscrito siempre al entorno familiar, cuyas pautas han ido pasando de padres a hijos por tradición oral, y gracias a mantenerla así, no las vemos precocinadas, embutidas en plástico, en las estanterías de frío de las grandes superficies de alimentación. Propongo desde aquí, la fundación de la cofradía de la tortilla de collejas para la buena mesa granadina, y erigir un monumento a la gran actriz, Amparo Baró, mujer que en vida, dio las mejores, más grandes y sonoras collejas, sobre la nuca de, Javier Cámara durante doscientos capítulos de la serie, Siete Vidas. Amparo, pese a su endiablado carácter, es la paciente oyente de mis cuitas en éste mundo de los muertos en el que ambos nos movemos... en compañía de otros.
martes, 4 de octubre de 2016
CARAS NUEVAS
CARAS NUEVAS
Tito Ortiz.-
Muerto como estoy, yo pensaba que ya las cosas mundanas no me preocuparían, pero lo cierto es que a pesar de morar desde hace meses en el otro mundo, los asuntos de los vivos me siguen afectando. Y no sé para qué, si desde aquí no puedo hacer nada, ni siquiera hacerme oír. El otro día bajé al mundo de los vivos para aparecerme a Pedro Sánchez y cantarle las cuarenta, y llevaba tanta energía como un muelle de guita, con lo cual, apenas notó una especie de neblina que le pasó por delante, y aunque yo le daba auténticas voces, el solo escuchaba en su mente, una y otra vez, la voz de Felipe González reclamándole alguna promesa incumplida. Además, no se le iba del pensamiento, el manifiesto por un gobierno de progreso, que han firmado miles de criaturas con la esperanza de que la utopía es posible, y que él ha dinamitado a base de no entablar diálogo, ni tan siquiera con los suyos. Ya hubieran querido muchos candidatos, contar con un apoyo público tan importante, pero llevar hasta el límite de lo incomprensible, aquello famoso de que... “el que no está conmigo, está contra mí” aunque sea de los nuestros, lo único que ha conseguido, es dinamitar la ilusión que muchos habían puesto en él. Como ha dicho González: De derrota en derrota, hasta la victoria.
Pedro Sánchez deja un partido, que necesitará una docena de años para alcanzar los votos suficientes para gobernar un país, tan sabio, que ha demostrado convivir mejor sin gobierno, que con el. Un país que no se merece una clase política que lo maltrate como lo está haciendo. Un país sumido en la desesperanza, que ha medida que se suceden los acontecimientos, cada vez está más desencantado y con menos ganas de acudir a las urnas, porque a fin de cuentas, de nada sirve votar, cuando sus señorías no están por la labor. Un país que reclama a voces una reforma de sus reglamentos, para impedir que los “elegidos”, cobren sus nóminas millonarias, mientras no elijan gobierno. Un país deseoso de unas listas abiertas, donde los votados tengan que rendir cuentas a quienes los eligen, y no a sus partidos, procurándose el mejor blindaje para el cargo y su nómina. Un país que pide la supresión del senado y las diputaciones, porque hay que eliminar gasto público. Es inadmisible, que España tenga más políticos que Alemania.
Sabido es, que el pesoe no ha sabido digerir la irrupción de Podemos, porque vivían muy a gusto con tan solo tildar de derechas al pepé, y afianzarse enlabazados en sus poltronas, hasta conseguir que sus propias juventudes socialistas, decrépitas y desanimadas por no encontrar opciones de promoción, aceptaran pasar a la madurez, cuando ya estuvieran a punto de jubilarse. Una juventudes socialista, algunos de cuyos miembros, han terminado en Podemos, donde se les ha dado calor, y esperanza. Los jóvenes militantes socialistas, adornan mucho las fotos de campaña, pegan muy bien los carteles, reparten estupendamente la propaganda, pero de ahí a tener opciones, va un abismo. La media de edad de los elegidos socialistas es, además de preocupante, exponente del largo tiempo que sus señorías están dispuestos a chupar del vote sin dar paso a la savia nueva. El socialismo patrio necesita caras nuevas, con o sin coleta, pero nuevas. Y sobre todo, tener en cuenta que, mientras los congresos provinciales, regionales y nacionales se sigan cerrando en falso, los líderes van a durar menos, que yo en la España nacional, en la que nunca me reconocí, y mira que me dieron oportunidades, más que a platanito. Yo creo que por eso estoy muerto... de risa.
martes, 27 de septiembre de 2016
ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL FLAMENCO
ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL FLAMENCO
Tito Ortiz.-
Hasta el mundo de los muertos, también nos llegan buenas noticias de lo que hacen los vivos, y en ocasiones, solo en pocas ocasiones, las nuevas son esperanzadoras en la raza humana que todavía respira. De hecho, en más de una ocasión, he coincidido con Morente, Sábicas y Miguel “El Santo”, y hemos hablado del agravio histórico que Granada padecía, desde el punto de vista de la justicia flamenca, ya que los considerados santones de la flamencura, cada vez que han escrito del arte gitano andaluz, han ningüneado a Granada, como fuente de valores jondos a tener en cuenta, y de eventos que la hacen irrenunciable, a mejor tratamiento en la historia del flamenco y sus gentes. Charlaba yo la otra tarde con Manuel Salamanca, y pronto terciaron Frasquito Yerbagüena, y su inseparable, Manuel Celestino Cobos “Cobitos”, que apuntaban a la singularidad de cantes granadinos y personales, imposibles de encontrar en el resto de Andalucía. En esto que llegó Pepe el de Jún, y se arrancó por su famosa soleá apolá, y aquello fue un delirio. Los tres alabaron a Diego Bermúdez, “El Tenazas”, por su triunfo en el primer concurso de 1922, y se alegraron de la proyección que desde entonces, había tomado el niño, Manolito Ortega. Hasta que se acercó Juanillo “El Gitano”, y nos contó que había bajado al mundo de los vivos, y se había encontrado con la grata sorpresa, de que el antídoto para la pertinaz marginación de Granada como aportación al flamenco, ya estaba publicado. Nos contó el valioso cantaor sacromontano, que Miguel Ángel González, sin duda uno de los mejores conocedores del flamenco en ésta tierra, por fin había puesto coto a la infamia para con la Granada flamenca, y de su pluma había alumbrado un, Manual de los Cantes de Granada, que la Universidad había considerado, libro del mes, además de respaldar los allí expresado por el científico y estudioso del flamenco, nacido en la placeta de San Gil, dársena natural entre el Albayzín y Granada. Sostiene Miguel Ángel González, que no se puede permitir por más tiempo, por quienes desde la otra Andalucía carecen de conocimientos, o envidian nuestra realidad, que cada vez que tienen oportunidad de hablar de flamenco, otorguen mayor peso a otras partes de la región, olvidando nuestra aportación indiscutible al flamenco, tanto desde el punto de vista artístico y conservador de la historia, como en la promoción y proyección del mismo, a raíz sobre todo del concurso primigenio del año 1922.
En ésta otra dimensión, se unió a la charla, Esteban Valdivieso, que nos contó como fue su relación con Miguel Ángel González para llevar a cabo éste proyecto, que ahora ha visto la luz, gracias a la Universidad y a La Peña de La Platería, la decana de cuantas existen, le pese a quién le pese. Mario Maya y El Piki, llamaron a Pepe Heredia, que se unió a nosotros, y por fin todos disfrutamos de ésta obra literaria y científica, que pone a Granada en el lugar que le corresponde históricamente, en lo concerniente al cante, el baile y el toque. Marote y Habichuela iniciaron toques sacromontanos, mientras María La Canastera, se arremangaba el delantal, para iniciar la sutileza de un baile por tangos, pero no unos tangos cualquiera, sino el tango de Los Merengazos. Nunca un vivo, nos ha dado tanta satisfacción a los muertos. Honor, Gloria y larga vida, al profesor Miguel Ángel González.
martes, 20 de septiembre de 2016
PATOLOGÍAS DE RICOS
PATOLOGÍAS DE RICOS
Tito Ortiz.-
De un tiempo a ésta parte, es bochornoso observar desde el otro mundo, como los vivos se quejan de vicio, y los muertos asistimos estupefactos al espectáculo de las enfermedades, que solo contraen, aquellos que en su cuenta corriente tienen cifras astronómicas de muchos ceros. Cada vez con más frecuencia, se diagnostica en aquellos privilegiados que han tenido la suerte de irse de vacaciones, un síndrome que se ha dado en llamar, posvacacional, que al parecer se traduce en una serie de alteraciones de malestar orgánico, que incluso llegan a producir una depresión, por el simple motivo de acabar con el descanso y tener que incorporarse al trabajo. En un país con cinco millones de parados, creo que tener un empleo debe ser motivo de alegría, y la posibilidad de ir de vacaciones, un premio al parecer poco valorado. Entonces, aquellos que sufren tan temido síndrome, ¿qué pensarán de los que no tienen trabajo al que incorporarse?. Los mismos que no pueden ir de vacaciones, porque carecen de medios económicos. Es sorprendente la facilidad que tienen algunos seres humanos, para hacer de un privilegio, una enfermedad, que incluso les lleva a la baja laboral o al bajo rendimiento en el trabajo. Resulta sarcástico observar, como los que no reciben compensación económica alguna, y sueñan con un puesto de trabajo, no colapsan las consultas de los psicólogos, cuando a lo mejor serían los más adecuados para ello. La beautiful people del país, los que tienen la suerte de trabajar, enferman cuando vuelven al tajo. ¿Se puede tener más cara?. La Jet set se muestra fastidiada, y reclama otras vacaciones adicionales, para recuperarse de sus vacaciones.
Lo bueno de estar muerto, es que estás presente donde quieres, y nadie te ve. El otro día, asistí a una conversación entre dos damas, que de no estar muerto ya, hubiera caído fulminado en ese instante. Pituca, se quejaba de la factura que le había pasado, Rolls Royce, por cambiarle el aceite y mirarle los niveles a su exclusivo, Phantom. Según contaba, le entraron sudores y taquicardias, que a punto la pusieron al borde de un patatús. Seguramente que de tener un Seat Panda, la factura hubiera sido – en comparación – de una carcajada y media, o tal vez, dos risas sardónicas. Pero poder permitirse un coche exclusivo hecho a mano... es lo que tiene. Otra opción hubiera sido llevarlo a, Aurgi, donde incluso la hubiera recibido, Mario Baquerizo bailando, sin cargo alguno en la factura. De igual manera, Loles se quejaba de cómo le presionaba el tendón de Aquiles, la correilla de sus exclusivos Manolos, y Borjamari, del roce sobre su tetilla izquierda, del cocodrilo de su, Lacoste. En mis tiempos de vivo, presencié las voces en un comedor de lujo, a cargo de un comensal vestido de Armani, porque la vichyssoise, no estaba lo suficientemente fría, lo que le había provocado al señorito, un inicio de jaqueca, de proporciones insospechadas. Son patologías de ricos, que debería estar estudiando con pasión la OMS, ya que es de suponer, estamos ante una pandemia de enfermedades, que padecen los adinerados con desazón inconmensurable. Los pobres, aparte de no tener derecho a ponerse malos, se pierden en el nuevo hospital, Alejandro Otero, buscando su consulta. Es lo que tiene hacer un hospital más grande que un pueblo.
martes, 13 de septiembre de 2016
ANTES DE TIEMPO
ANTES DE TIEMPO
Tito Ortiz.-
Los pasillos del otro mundo son de un trasiego, que a veces cansa. Porque es mucha la gente que te encuentras, con la que llevabas tiempo sin hablar, y apetece un rato de charla, porque aunque en el mundo de los muertos no vayas a hablar de futuro, si que te gusta recordar cosas que hicimos juntos, sobre todo de las que nos divirtieron y con las que echamos unas risas. Hay que reconocer, que si no fuera por éstos ratos, el estar muerto es bastante aburrido. Más que las obras de las canalizaciones del Paseo del Salón, que iban a ser solo unos días de verano, y ya hay turistas que se hacen selfies, porque han vuelto a Granada y las obras continúan. Antes o después, todo es cuestión de tiempo. La otra tarde, estaba yo con el “Guili” en el umbral del otro mundo, y nos reíamos a mandíbula desencajada, - como corresponde a nuestro estado letal - recordando aquellas noches de cofrades y costaleros en El Sota, con la persiana bajada, gozo de unos pocos privilegiados que las vivimos en vivo y en directo. Enfrascados en la conversación estábamos, cuando vimos llegar a Paco Toro, con gran sorpresa por nuestra parte, ya que no sospechábamos que lo suyo estuviera previsto, bueno, ni nosotros, ni nadie en el mundo de los vivos. Pronto apareció junto a nosotros, Antoñín, al rato llegaron, Pepe El Sota y Miguel López Escribano con Paco Montalvo, así que la tertulia cofrade comenzó, y nos dieron las tantas. Paco Toro estaba contento con el comité de bienvenida, aunque algo apenado por tener que haber dejado a los suyos tan pronto, pero eso es algo que nos pasa a todos los que morimos. A punto estábamos de despedirnos y dejar a Paco Toro tranquilo para que se fuera haciendo con su nuevo estado espiritual y físico, - si es que existe - cuando apareció don José Gómez Sánchez Reina, proponiéndole por ser el más joven y el recién llegado, que fuera formando una cuadrilla de costaleros, para sacar una virgen por éstos pagos. Paco Toro, Costalero y capataz donde los hubiere, curtido en mil salidas de penitencia o gloria, y tres mil entradas, le propuso una tregua de adaptación a don José, para ir cogiendo el paso, asunto éste que resaltó en su pregón de bienvenida, Angel Luís Sabador Medina, que glosó con su prosa las virtudes de Paco Toro, encomendándose a su Virgen del Rosario, para acabar con buen tino el aclamado manifiesto a la llegada prematura del cofrade realejeño, experto en frutas y verduras por herencia familiar, pero sabio en el mundo de la costalería y la militancia cofrade.
Los primeros en apuntarse al proyecto, fueron algunos participantes de la primigenia cuadrilla de, La Santa Cruz, poniéndose a su disposición. Y como en el mundo de los muertos no hay secretos y la noticia de su llegada ha corrido como la pólvora, no son pocos los que ya le urgen a Paco Toro, para que disponga cuanto antes de días y horas de ensayo, ya que tratándose de una cuadrilla de expertos, tienen que andar de muerte, obligatoriamente. Cofrades de altura como Antonio Albea, y vestidores de lujo como, Joaquín Melgar o Antonio Pimentel, han manifestado su intención de unirse al proyecto, que cuenta con toda la simpatía de Dulce y Crespo, que siguen por aquí cogiendo la guitarra y cantando como los ángeles. Ayer Lunes, se cumplieron dos semanas de que Paco Toro, en compañía de Pepe Carvajal y Jesús Ortiz, estuvieran disfrutando por las calles de Churriana, del paso de la patrona de la localidad, por eso nadie imaginaba que iba a estar por aquí tan pronto. Ahora que en unos días comienza el curso cofrade en Granada, a la hora de pasar lista habrá que estar muy atentos, porque tengo la sensación de que hay más de uno que ha hecho rabona. Aquí, Paco Toro ya está fajando a la gente.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
DE COLECCIÓN
DE COLECCIÓN
Tito Ortiz.-
Lo que tiene estar muerto, es que no tienes noción del tiempo, ni falta que te hace. Vives en otro mundo. Pero echas de menos a los tuyos, por eso, la otra noche, hice acopio de energía y pasé de éste plano astral en el que no existes para nadie, al mundo de los vivos, sobre todo, mis vivos. Vamos que me di una vuelta por mi casa, para ver como estaba la familia, y hacían lo propio de esas horas tras la cena, veían la televisión. Lo bueno que tiene el ser un espíritu, o un fantasma, como ustedes quieran, es que como no te ven, te puedes poner donde quieras, y sin darme cuenta, con las ganas que tenía de verlos y estar con ellos, me planté delante del televisor, que todos veían con interés. Como no se me ve, pues siguieron viendo la programación tan panchos, hasta que como si les hubiera tocado un resorte, todos se levantaron. Unos camino del baño a evacuar aguas menores, otros a la cocina a por frutos secos y palomitas, el resto a por agua y refrescos, momento que yo aproveché para volverme y mirar a la televisión, en un acto reflejo irremediable, después de tantos años ante ella. Y cual no sería mí sorpresa, que inmediatamente supe sin necesidad de calendario, en que mes estábamos, con solo ver los anuncios. Recordé que en mis tiempos de vivo, si querías saber que Septiembre había llegado, no tenías más que estar atento a los anuncios de los coleccionables.
Las colecciones de todo tipo de artefactos, se han convertido desde hace décadas en todo un clásico de la publicidad en la pequeña pantalla, y todas anuncian su salida para la vuelta de las vacaciones, para el inicio del nuevo curso. Las editoriales nos envían sus recordatorios inquietantes, de que la primera entrega está a la vuelta de la esquina, y que esa colección no te la puedes perder, que no debe faltar en tus estanterías o armarios. Éste año anuncian como novedad, una colección de carros de combate, de toma pan y moja. Y para los que quieren saber que ocurre fuera de la tierra, otra sobre el Cosmos, que es la repera, cuando la termines te dan el título de astronauta firmado por Pedro Duque. Pero a mí la que me ha gustado es la del seiscientos. Eso de ir haciendo durante un año, semana a semana, un seiscientos para la vitrina me ha llegado al alma, porque éste país nuestro, no se puede entender, sin la reconquista de don Pelayo, El Cid Campeador, los reyes católicos, Lola Flores, Manuel Benítez “El Cordobés” y el seiscientos. ¿Quién no ha soñado alguna vez con montar un seiscientos con sus propias manos, y subir a las conejeras para ver el paisaje de noche, o bajar al túnel de La Gorgoracha por los caracolillos de Vélez después de comprar pestiños. Las colecciones son para eso, para soñar. Acumular quinientos dedales diferentes, ¿Quién puede resistirse?, o trescientos abanicos, doscientos bastidores para bordado, cien pipas, incluida la de Sherlock Holmes. Pilla corbatas del mundo, los pines de solapa con los clubes más famosos, los insectos más raros espachurrados en metacrilato, los minerales del mundo, incluida la kryptonita de Superman... esto de los coleccionables por Septiembre, es la sal de la vida, la alegría de la Huerta, la ilusión de todo triste. Una colección que no ha sido destrozada por tu primer nieto, es que no ha merecido la pena hacerla. Tiempo y dinero mal gastado, te lo dice un muerto de colección. Anda sal pintando al kiosco, y no me hagas caso.
miércoles, 31 de agosto de 2016
REVISTAS
REVISTAS
Tito Ortiz.-
Sobre todo en Corpus, pero a lo largo del año también, las compañías de revistas visitaban Granada, dejándonos los cuerpos esculturales de sus vedettes, y la gracia de unos cómicos, que han quedado para la historia. El teatro Cervantes, el Isabel La Católica, o el teatro cine Regio, acogían lo mejor de la cartelera española, en materia de revista, que por razones de la censura, en alguna ocasión había que llamarlas, comedia musical. Desde mediados del siglo XIX, España ha tenido su personalísimo music hall. La revista, con mayúsculas, donde engarzar un buen número de baile, una buena canción y un número cómico, con la gracia que solo un país que dió a luz la zarzuela, puede contener en sus creadores. La revista ha cumplido siglo y medio de existencia, sin que aún la hayamos valorizado, sin que rindamos tributo a tanto libretista, músico o artista, que nos ha hecho pasar momentos inolvidables, y que hoy están olvidados. Recuerdo con fervor aquella primera entrevista que mi redactor jefe me encargó. Estrenaba obra en el Isabel La Católica, Addy Ventura, y me tocaba suplir a Emilio Prieto, que era el crítico oficial de Patria, mientras él estaba de gira por Rusia con Pepe Tamayo y su Antología de La Zarzuela. Addy me recibió en su camerino, minutos antes de salir a escena, en albornoz y maquillándose. Nunca había estado ante una mujer de aquel tamaño, y con tan poca ropa. Creo que más que decir mís preguntas, las balbuceaba, menos mal que pronto nos interrumpió el cómico, Luis Cuenca, para decir que ya era la hora, de lo contrario me hubiera desmayado allí mismo. Addy era una mujer de armas tomar, con un encanto personal que pocas veces he encontrado. Pili se va a la Mili, con Ángel de Andrés, era la obra, y recuerdo que me lo pasé pipa entre bambalinas.
Florinda Chico, que se vestía en Granada, Queta Claver, Tania Doris, Silvia Gambino, y tantas otras herederas de la gran Celia Gámez, lucían su palmito en el escenario con la gracia y el picante, que solo ésta tierra da para el género. Mary Santpere, Lina Morgan o Gracita Morales, eran vedettes, pero con la comicidad en las venas, que eso no lo han tenido muchas, y a fin de cuentas, más que el palmito - que también - en la revista, la risa es la que cuenta. Aunque Pajares y Esteso, han sido de los últimos, pero la lista de cómicos de revista española es inagotable. Yo no me he reído más que con, Zorí, Santos y Codeso, en el Regio, cuando me llevaron mís padres a ver, Un, dos tres, cásate otra vez. O aquella vez que los ví en Madrid junto a Lina Morgan y Esperanza Roy, en La Señora es el Señor. Un astro de la escena como José Sazatornil. Saza, también gozó de la popularidad por sus estraordinarias apariciones en la revista española, por ejemplo, junto a Concha Velasco, en Dígame. Y en Granada cosechó éxitos clamorosos, con esa bis cómica que solo los elegidos poseen. Alfonso del Real, Kin y Kiko, Franz Johan, Gustavo Ré, Alady, Los hermanos Caltrava, Herta frankel con sus marionetas, que después llevaría a la televisión, Antonio Riquelme, Corita Viamonte, Roberto Rey, Wenceslao Moreno con su buho, y tantos ilustres de la revista, aún hoy por reconocer.
A veces en Corpus, la competencia era dura, y había que echarle unos días a la revista porque, coincidían en varios teatros, incluídos El Chino del ferial. Manolita Chen era toda una vedette, que cada año traía a Granada lo mejor de su repertorio, arropada por cómicos de la talla de, Juanito Navarro. Quique Camoiras, podía recorrer el escenario en una obra unas cien veces, y en cada una de ellas, soltaba un chiste para desternillarte. Él era otro de los elegidos para este arte musical, de puro divertimento, tan del agrado de la España de la época. Tito Medrano fue un portento, junto con Antonio Casal o Toni Leblanc. Éste último llevó al cine la famosa revista, El Sobre Verde, junto a Esperanza Roy. Se estrenó en el Madrigal, en la carrera de La Virgen, y todavía recuerdo, las colas para entrar que llegaban a la basílica de La Patrona. Creo que mí generación y alguna anterior, le debe un sentido homenaje a la revista española, cuna de tantos artistas que después han triunfado en otras parcelas más aclamadas por la crítica oficial, pero que sin embargo, no han necesitado de la espontaneidad y el rigor interpretativo de un/a artista de revista. Mamá, quiero ser artista.
martes, 30 de agosto de 2016
SERVICIO SOCIAL
SERVICIO SOCIAL
Titop Ortiz.-
Algunos jóvenes pueden no haberlo escuchado de sus mayores, sobre todo si son votantes del PP, pero hubo un tiempo en que la mujer, era un ser de segunda clase en éste país. Y de eso no hace tanto tiempo. En los años setenta del siglo pasado, una mujer no se podía abrir una cuenta corriente en un banco, sino era autorizada por su padre o por su marido. Le estaba prohibido votar, y si quería sacarse el carnet de conducir, tenía que hacer un curso en la Sección Femenina. El Servicio Social. También se le pedía para ingresar en la Universidad, para opositar, y hasta para respirar. La Sección Femenina, emanante de la Falange de José Antonio Primo de Rivera, que nada tenía que ver con la que después manipuló el general Franco a su imagen y semejanza, sujetaba y adiestraba a la dama española, para que sirviera al Régimen y a los postulados de la iglesia instituída, muy amiga del general bajito del Ferrol. De Franco siempre se dijo, que había dejado que los republicanos fusilaran a José Antonilo en Alicante, para así no tener obstáculos de liderazgos posteriores. Éste asunto está demostrado, lo mismo que luego intentó grangearse la lealtad de los/as falangistas, a base de cargos y prevendas. Con la Sección Femenina lo tuvo claro. Nombró responsable a la hermana de José Antonio, y así calló muchas bocas. Pilar Primo de Rivera, cogió las riendas de la mujer española, y la metió en la senda de lo provechoso para Franco y la Iglesia de Pío XII. Con la Sección Femenina, Franco adiestraba a la mujer española, y con Educación y Descanso, la enseñaba a bailar para las galas anuales. Así todas entretenidas, no tenían tiempo de pensar en otras cosas, que no fueran los resultados del Glorioso Alzamiento Militar, según, algunas miembras distinguidas del partito popular granadino.
El nacional catolicismo, con la reina católica y santa Teresa como imágenes a venerar, eran los horizontes a conseguir por un movimiento nacido para tener a la mujer atada y bien atada. La "Guía de la Buena Esposa", fue publicada en 1953 para decirle a la mujer patria como debía comportarse. Contenía once reglas para hacer feliz a su marido de forma que fuera la mujer que él siempre soñó. Ten lista la cena para su llegada a casa, descansa cinco minutos antes de que él llegue para que te encuentre reluciente, se dulce e interesante, una de tus obligaciones es distraerlo. Arregla tu casa, debe lucir impecable. Hazlo sentir en el paraíso. Y así, hasta desgranar toda una serie de normas, en las que la mujer era la esclava que recibía a su marido con una sonrisa de oreja a oreja, y todo listo. "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes". "Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad". "Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar". Entre 1934 y 1977, la Sección Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas para cercenarles cualquier deseo de emancipación o rebeldía y cualquier otro deseo (sobre todo ése). Gracias a Falange, las mujeres van a ser más limpias, los niños más sanos, los pueblos más alegres y las casas más claras". "Todos los días deberíamos de dar gracias a Dios por habernos privado a la mayoría de las mujeres del don de la palabra, porque si lo tuviéramos, quién sabe si caeríamos en la vanidad de exhibirlo en las plazas". Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles". La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular -o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse". éstas eran frases de doña Pilar, como la llamaban, y durante cuarenta años, su ideario.
Así que no es de estrañar, que para acceder a unas oposiciones, o para sacarse el carnet de conducir, por ejemplo, las mujeres de mí época tuvieran que sacarse un título en la Sección Femenina, en el que aprendían como cocinar para su marido, a confeccionar una canastilla de ropa para cuando fueran madres, y otras lindezas de la época. Se le denominaba algo así, como el servicio militar de las mujeres.Durante tres meses cursaban una serie de materias teóricas, que pondrían en práctica en centros asistenciales, talleres o escuelas de hogar. Las estudiantes convalidaban la primera parte, debiendo realizar la célebre “canastilla” del bebé para su entrega a madres necesitadas. No obstante, un servicio ideado durante la guerra para suplir la mano de obra en hospitales o comedores del Auxilio Social, se prorrogó por el Decreto de 18 de diciembre de 1940 hasta el final de la dictadura. Se que ésto puede parecer de otro país subdesarrollado, o del nuestro en las antípodas, pero lo que cuento ocurría en los años setenta pasados. No es una historia de terror, es la realidad de nuestra tierra, que desgraciadamente ha sido olvidada muy pronto. Y ya se sabe, el pueblo que olvida su historia, posiblemente esté obligado a repetirla. De un tiempo a ésta parte, observo cierto conformismo en los movimientos de la mujer, que tanto han luchado para estar donde están, que por cierto, no es el sitió que aún les corresponde. En igualdad, estamos a mitad del camino, con terribles signos de involución. Ojo al Cristo, que es de palo.
lunes, 29 de agosto de 2016
ALGARROBAS
ALGARROBAS
Tito Ortiz.-
¡El niño tiene diarrea ! Corre a por algarrobas. Y ante el grito, había que salir rápido hasta encontrar un algarrobo y arrancarle un puñado de sus vaínas de color negro rojizo. Las algarrobas fueron remedio y golosina de los pobres, en aquellos años cincuenta en lo que todo era tan escaso y caro. Había que agudizar la imaginación. Y lo mismo que cuando el niño estaba extreñido, se le metía por el ano, una hoja de geranio por la parte del tallo, y el atasco estaba resuelto, cuando el organismo producía lo contrario, la solución estaba en las algarrobas. Si el niño era zagalón, se le quitaban las pepitas interiores y se le decía que a bocado limpio. Si era más pequeño, se trituraba la algarroba en el mortero, y aquella arina se le daba a cucharadas, con sorbos pequeños de agua. La algarroba fue en muchas ocasiones golosina de premio por haber hecho algo bien, incluso, sustituyó durante años, al Colacao. No pocas madres las trituraban por la noche, las metían en un una lata vieja, y por las mañanas se las daban diciéndoles que era el que anunciaba la radio con aquella canción de... Es el colacao desayunos y meriendas, lo toma el futbolista para entrar goles, también lo toman los buenos nadadores. Si lo toma el ciclista se hace el amo de la pista, y si es el boxeador, pon, pon, pon, boxea que es un primor. es el col... Después con el tiempo salió una competencia llamada, Toddy, pero no había color, el sabor del Colacao, era muy especial y muy difícil de imitar. Volviendo al asunto de las algarrobas contra la diarrea, había que tener mucho cuidado, porque como el sabor era agradable, si te pasabas en la dosis, corrías el riesgo de producirte un atranque, que luego hacía necesaria la lavativa.
El asunto es que había que ser un experto en saber que algarrobo era bueno y cual no, porque había otra clase de algarrobas, a las que llamaban "locas", que si te las comías, pues eso, que te volvías majareta, o al menos eso decían. Ocurría lo mismo con un tipo de castañas. Por ejemplo, unas que se criaban en los bosques de la Alhambra, los guardas del recinto, con su escarapela en el sombrero y su bandolera blanca, te decían que no se te ocurriera echártelas a la boca, porque o te volvías tonto, o palmabas. Pasaba algo así como con las setas, que más de uno se ha ído al otro barrio, por no saber distinguir la venenosa, de la que está de muerte en la sartén, con ajo y perejil. La algarroba además de haber quitado muchas hambres después de la guerra, resultaba ser un alimento ideal para mucha clase de animales, aparte del hombre. De hecho, se recomendaba a las recién paridas, por sus propiedades para convertir la leche materna, en un alimento completo para los bebés. Los curanderos la mandan comer para combatir los cálculos en el riñón, para la buena circulación de la sangre, y para retrasar el envejecimiento. No era extraño, que en algunos puestos de chucherías, el hombre tuviera a mano una talega llena de algarrobas, que vendía al módico precio de una perragorda la unidad. Se decía que si comías muchas algarrobas, nunca te quedarías calvo. Eso sí, había que cogerlas de algarrobos cuanto más viejos mejor, porque el árbol no da su fruto hasta pasados ocho años, por eso que se valoraran más, las procedentes de los más vejetes.
Aunque algunos historiadores mantienen, que es la algarroba la precursora del quilate, la verdad es que también ha servido de trueque. Aquellos viejos traperos que iban por las casas, con un enorme atillo a la espalda, pidiendo la ropa vieja, usada o la que ya no te ponías, solían darte a cambio, dependiendo de las prendas que le entregaras, una taza, un plato, un tazón para el café de malta migado por la mañana. Y bien por si lo que le entregabas era de poca cuantía, o para completar la loza ofrecida, solían tirar de algarrobas, sobre todo si había niños delante, porque sabían que nos tirábamos a por ellas con los ojos cerrados. El truco estaba en cuando estaban a mitad del trato, decirle a la mujer: Venga señora, entre y rebusque por los armarios no se vaya usted a dejar ahí algo que no le sirva, que ya hasta dentro de dos meses no vuelvo. Entonces cuando se quedaban a solas con los niños, sacaban una algarroba para cada uno, y aquello forzaba la tasación a la baja, porque ya la mujer no se echaba atrás, viendo a los críos tan contentos, y con los labios enmarronados de masticar tan preciado fruto. Un viejo truco de trapero avezado, cuyo comer dependía del trato ventajoso que sacara de cada casa, llevándose la ropa vieja. También fue el pago muchas veces para los engrasadores. Aquellos hombres de humildísima condición, que portaban una lata llena de un aceite negruzco, y que atada a una caña, llevaban una brocha, para engrasar las vías de las persianas metálicas de los cierres comerciales. En no pocas ocasiones, lejos de unos céntimos o una peseta, su pago era un puñado de algarrobas, que guardaban con primor hasta llegar a casa. Seguiría escribiendo de la algarroba y sus parabienes, pero es que... me ha dado un apretón.
domingo, 28 de agosto de 2016
MANTILLO PARA LAS MACETAS
MANTILLO PARA LAS MACETAS
Tito Ortiz.-
Aquel hombre portaba una gran talega a la espalda y un saco no menor en la mano. Su pregón era silple:¡Mantillo para las macetas!. No decía más. Se ponía la mano abierta en un lateral de loa cara, como queriendo alejar más lejos con la voz, y repetía lo de mantillo para las macetas. Las mujeres se somaban a las ventanas, y le decían que parara. Pronto tenía al rededor a media docena que le preguntaban a cerca de, la mejor época para plantar los geranios gitanos, con que frecuencia había que regar las pilistras, si eran de exterior o se podían meter en casa. Si las petunias necesitaban muchos cuidados, o los claveles se podían tener en el balcón. Aquel hombre era una auténtica enciclopedia de las mecetas, no había pregunta que el no supiera, y a la que no añadiera tres o cuatro consejos más, en la misma dirección. Yo cuando oía su pregón, siempre pensaba que, donde llevaría el mantón pequeño para las macetas. Lo de mantillo me sonaba a mantón pequeño, como el de mi abuela, que lo llamaba toquilla, y no se separaba del en todo el invierno. No podía imaginarme que el mantillo dichoso era estiércol, abono que llevaba en el saco, para echarlo a la tierra de las plantas, y que éstas crecieran con mayor brío. Por eso cuando abría la arpillera para echar unos cazos en el cubo que la vecina había bajado, aquello olía a perros muertos, pero ellas decían que cuanto peor era el olor que desprendía, más era su pontencia energética, así que venga mantillo para las mecetas.
Aquel hombre vendía también semillas de flores de todas clases, que había que sembrar en la época que él decía y aguardar su brote. En la talega portaba tiestos de barro para macetas, de todos los tamaños, y colores. Unos eran de barro blanco como el botijo de casa, otros de barro colorado como el botijo del vecino, y luego llevaba la estrella de la corona. Solo unos pocos, pero esmaltados con dibujos de Fajalauza, esos eran muy codiciados por las vecinas, pero pocas se podían permitir pagar lo que valían, solo unas cuantas privilegiadas. Con un amocafre que sacaba del saco, les daba lecciones prácticas de como remover la tierra dura de un tiesto, o a que disntancia debían enterrar las semillas para que luego florecieran. Y apara las que querían que el balcón luciera formidable y fuera la envidia de la vecindad, ofrecía un artilugio que permitía no esconder las macetas en el suelo sino auparlas a mayor protagonismo. Vendía una especie de aros de alambre gordo, que no estaban cerrados del todo, y que por su parte distal, los extremos se doblaban hacía abajo como unos cuatro centímetros, los suficientes para que se pudieran ajustar a la baranda, colgar la maceta en el hueco, y que las flores pendieran como banderolas por el artesonado de la balconada. Todo un prodigio de la decoración entonces. Vendía también lo que yo llamaba como pequeñas cebollas o patatillas, pero en realidad eran los cepellones, o los bulbos de algunas flores. A mí me gustaban especialmente los de los nardos, pero había que esperar mucho a que florecieran, dependiendo de la época del año que los plantaras.
Con el tiempo, las mujeres fueron aprendiendo mucho de macetas y flores, y cada vez le hacían preguntas más comprometidas al hombre del mantillo. El asunto fue, que por aquel entonces, comenzó a aparecer por la radio y también por la televisión, un cura, que sabía de macetas y flores más que Matusalém. El padre Mundina, tenía el secreto del cultivo de la flor y sus misterios, y los divulgaba en sus programas, con tal poder de convocatoria, que muchas mujeres a la hora de su programa, y como no tenían televisión, se iban a casa de la única vecina del barrio que la tenía, y allí había hasta quién se llevaba un papel y un lápiz para tomar nota de todo lo que decía, Vicente Mundina Balaguer, perteneciente a la Congregación de Hijos de La Sagrada Familia, para el que las flores no tienen secreto. Posiblemente, el padre Mundina, es el primer defensor de la naturaleza que vimos en la televisión, con su amor por las plantas, como Félix Rodríguez de La Fuente, fue el primer divulgador de los animales. El padre Mundina destacaba en la radio y en la televisión por su pedagogía al alcance de todos, de tal manera que su sapiencia, llegaba al mundo en general, por su manera de comunicar el amor a las plantas. Por eso, las vecinas ponían ya en algún aprieto que otro al bueno del vendedor de mantillo a domicilio, que autodidacta en su formación y de lenguaje escueto, sin saberlo, competía ya con la era de la comunicación, que estaba a la vuelta de la esquina.
sábado, 27 de agosto de 2016
SE ARRECORTAN Y SE ATIRANTAN LAS COLCHONETAS
SE ATIRANTAN Y SE ARRECORTAN LAS COLCHONETAS
Tito Ortiz.-
Aquella viejas colchonetas que sujetaban el colchón a la cama, eran unos artilugios artesanales de poca resistencia. Consistían en una malla formada por alambre rizado, en bucles individuales, que teóricamente debían soportar, no sólo el colchón, sino a las personas que durmieran en el. Y eso, dependiendo del peso y la estatura de los durmientes, tenía una repercusión sobre el sucesivo abombamiento descendente de la colchoneta, que en no pocas ocasiones, llegaba a descansar sobre el mismo suelo. Había varios factores: En aquel tiempo, los colchones eran de farfolla, los más, y aquellas hojas secas de las panojas de maiz - en albaycinero, panochas - pesaban poco, pero pronto se hacían con la forma del cuerpo que descansaba, de tal forma que con el tiempo, te metías en la cama, y desaparecías engullido por el, como en una película de, Freddy Krueger. Nosotros lo teníamos de borra, una lana de mala calidad con otros desperdicios vegetales, que cuando tenías que mullirlo, te dejaba los brazos baldados para varios días. Había quién a éste relleno, le echaba virutas de corcho, que aunque encarecía el producto, parecía mejor, no sé por qué. Y luego, los pudientes, tenían el colchón relleno de lana, pero de lana de verdad, madejas de lana blanca, que hacían que el descanso supiera a poco, mientras que en los otros colchones, por la mañana te levantabas como si te hubieran dado una paliza. Pues la borra, pesaba, y por lo tanto, la colchoneta sufría más, hasta que los alambres rizados iban cediendo, y tu ibas bajando hasta tocar el suelo con la espalda. Esto también dependía del uso que se le diera a la cama. No era lo mismo la cama de una viuda de cierta edad, que la de un matrimonio joven en edad de procrear. Porque sabido es por los de entonces, que una pareja que hiciera regularmente uso del tálamo, con el ejercicio del débito conyugal, hacía mayor presión y con mayor frecuencia sobre la colchoneta, con lo cual, la distensión de los flacuchos muelles, era moneda de uso corriente.
Éstas eran las familias que estaban más pendientes de oir el pregón: ¡Se atirantan y se arrecortan las colchonetas! y en cuanto el hombre pasaba bajo el balcón, se le llamaba para que realizara su trabajo. Aquel menesteroso, llevaba una arquilla con todo tipo de herramientas, en especial las que cortaban alambre, cuyo rollo también portaba el operario. Con la destreza de un manitas, el hombre despojaba la cama de toda su vestimenta, hasta llegar a la colchoneta, la sacaba del cajillo que la soportaba junto a los largueros, y comenzaba la acción. Soltaba los alambres rizados de la malla por un extremo, y con habilidad inusitada, los hacía girar sobre la varilla que los sujetaba, hasta poner tersa de nuevo la pelambrera metálica, que dependiendo de lo que hubiera cedido, dejaba las vueltas anilladas a la vara, y si la distención había sido sublime, "arrecortaba" el sobrante con una tijera especial para alambre y hojalata, enrollando en dobladillo el material justo, para dejar el tejido metálico terso y duro, como para aguantar otra temporada de trote en la cama, que por eso las madres nos tenían prohibidísimo saltar en la cama, para que la colchoneta durara más tiempo, sin abombarse y dar con el suelo.
Aquellas maniobras propias del verano, se aprovechaban para lavar el relleno del colchón. La borra o la lana, se metían en la pila de lavar con un puñado de Pubilla, y se frotaba hasta dejarla como un jaspe. Los que no habían alcanzado las cotas de la modernidad con aquel detergente en polvo, lo hacían como siempre, con escamas de jabón Lagarto, y si lo que había en casa, era el jabón del que hacíamos nosotros con el aceite sobrante de las comidas, y sosa caústica, pues lo rayábamos y a la borra para frotar. Lo peor venía cuando había que poner a secar al Sol todo el contenido del colchón. Había que extenderlo bien para que no se apelmazara, y a veces eran necesarios dos días del astro sobre la borra, para conseguir que se secara del todo, y luego a meterla en el colchón y volver a coser el extremo abierto con una aguja colchonera, especial para la arpillera. Lo bueno venía a la noche siguiente, cuando te metías en la cama, con el colchón limpio y la colchoneta tiesa como una mesa de responsos, aquella primera noche era para recordar, entre otras cosas porque a partir de ella, comenzaba la cuenta atrás para que de nuevo estuviéramos pendientes del pregón: ¡Se atirantan y se arrecortan las colchonetas!
viernes, 26 de agosto de 2016
LA RADIO
LA RADIO
Tito Ortiz.-
Los niños y niñas de los cincuenta, tenemos una deuda eterna con el cuadro de actores de Radio Madrid. La televisión no había llegado a casa, y lo que es peor, ni se le esperaba. Nuesta única distracción y la de toda la familia, era la radio. Aquel mueble de madera barnizada, con una rejilla dorada que ocultaba el altavoz y sus tripas. Unas lámparas que tardaban una eternidad en dar sonido, desde que la conectabas hasta que oías algo. Dos frecuencias: Onda Media y Onda Corta, eran todas nuestras posibilidades, y hasta las doce de la noche, porque a esa hora, sonaba el himno nacional y se acabó lo que se daba hasta la mañana siguiente. El parte, osea, el Diario Hablado de Radio Nacional de España, a las catorce treinta y a las 22 horas, era la única posibilidad de saber que pasaba en el mundo, porque si querías saber de verdad que pasaba en España, había que utilizar una antena de gusanilllo en el balcón, y tratar de sintonizar, Radio Pirenáica, Radio Andorra, o Radio París, que eran las únicas que de verdad te decían lo que pasaba aquí, pero si te pilllaban oyéndolas, te encarcelaban por no ser afecto al Régimen.
Así que oír la radio era una ceremonia familiar, que sucedía todos los días junto a la mesa de camilla. Mí Marconi, tenía un torero y una gitana, sobre un tapete de croché que había hecho con primor mí tía Loli. Por la tarde a eso de la hora de la sobremesa, escuhábamos sin rechistar, "Ama Rosa", con aquel guión envidiable de Guillermo Sautier Casaseca, con las voces de Rafael Barón, Juana Ginzo, Joaquín Peláez, y Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso y Matilde Conesa, entre otros. "Lucesita", marcó una época, en las radionovelas, como Simplemente María, pero que decir de aquel concurso que conducía, Juan de Toro, llamado, Caja o Dinero, que patrocinado por Avecren, Gallina Blanca, te permitía llevarte hasta un seiscientos. Los jueves por la noche todos llorábamos junto a la radio al escuchar a, Alberto Oliveras, en su programa, Ustedes son Formidables, en el que pedía la colaboración económica para infinidad de casos extremos de pobreza o desgracias, como el incendio en el asilo de Pola de Siero, que dejó a los ancianos en la calle sin techo. En casa seguimos con pasión, la eternidad de capítulos en que se contó la vida de "Fray Escoba", aquel Fray Martín de Porres, al que se le llegó a ver en dos sitios a la vez, a muchos kilómetros de distancia. Nos desternillábamos con las aventuras de, Matilde, Perico y Periquín, que siempre terminaban con una trastada del niño. Y en los últimos tiempos, nos encandilábamos con, La Saga de Los Porretas. Años atrás habíamos sido devotos de, Cabalgata Fin de Semana, con Bobby Deglané, y de la voz de José luís Pécker.
La radio era nuestro escape de la realidad cotidiana, tan triste y llena de carencias de todo tipo. La radio nos evadía durante unos minutos, nos transportaba a un mundo de ilusión, de fantasía. La radio, esa que trasmitía el Ángelus a las doce en punto del medio día, el santo rosario a las seis de la tarde, y la misa de diez los domingos, para los enfermos que no podían ir a la iglesia, esa radio, nos hacía participar de un buen teatro, o de crímenes inimaginables como los que se narraban todas las semanas en, El Criminal Nunca Gana, cuyos guiones salían de las mentes de los hermanos, Baylos. Inspectores de Trabajo durante el día, y expléndidos guionistas de radio por las noches. Unas noches llenas de crímenes y sobresaltos, hasta dar con el asesino, que serían motivo de conversación con los vecinos al día siguiente. Igual que las intervenciones graciosas de, Mariy Sancpere, en Radio Peninsular. Noches de carcajadas, con las 22 voces distintas que un artista de la radio irrepetible hasta ahora como, Pepe Iglesias, El Zorro, nos hacía pasar, con textos propios que él solo interpretaba. La radio es el único medio de comunicación, que te permite imaginar, a través solo de una voz. Luego, con los años, la radio comenzó a padecer una enfermedad, la "informatitis", y se hizo más seria, con rictus de malafollá permanente. Para compensar, se inventaron las emisoras musicales, pero no es suficiente. La radio debe recuperar su faceta de entretenimiento, y culturizar al oyente. Muchos supimos lo que era el teatro, muchos años antes de pisar un patio de butacas. Eso se lo debemos a la radio, entre otras muchas cosas.
jueves, 25 de agosto de 2016
DONDE HABITAN LAS MANOLAS
DONDE HABITAN LAS MANOLA
Tito Ortiz.-
Salpicadas al tresbolillo por la calle de Elvira, donde habitan las manolas, las que suben a la Alhambra, las tres o las cuatro solas, existían en mi infancia y adolescencia, unas tiendas muy especiales. Colgadas en la puerta que hacía de escaparate, pares de botas militares, reglamentarias del ejército español, junto con las de lona de hacer deporte en la milicia. Racimos de cantimploras, fundas para las ballonetas, llamadas, Tahalí, correajes de gala y de faena, gorras, cascos, petates, camisas, guerreras, de granito para el uniforme de paseo y para el de maniobras. En realidad se podía decir que de allí, si entrabas desnudo, salías vestido de uniforme para la mili, reglamentariamente, incluidos los galones si los tenías y los rombos de las armas a las que petenecías. El mío era una torre. Yo fuí voluntario al servicio porque de ésta forma podías hacer la mili en tu lugar de residencia, y así no perder el trabajo, con el consabido pase de pernocta. El campamento también lo hacías lo más cerca posible, así que yo estuve en el CIR número cinco, compañía 18, del quinto batallón, con el número 318. O sea que me raspé de septiembre a diciembre, en Viator, donde ahora está la legión. Si pasábamos sed, que para afeitarnos, comprábamos en la cantina una Casera. Cuando te enjabonabas con las burbujillas y luego te pasabas la cuchilla, se te quedaba la cara como la de un indio, parecía un pergamino tieso, tal vez por la sacarina de la gaseosa. El agua era un bien preciado en la tierra almeriense, aquel todavía verano de 1971.
Juré bandera el 19 de Diciembre, y el 21, un tren que tardó sólo nueve horas, nos trajo a la estación de Andaluces. Formamos en el andén, y en columna de a trés, a paso de maniobra, subimos hasta el cuartel de Ingenieros, junto al Cordoba 10. Me tocó en la compañía de Zapadores, donde pronto hice un curso en el campamento Álvarez Moscoso de El Padul, y me especialicé en explosivos, también me hice tirador selecto, copitiendo en los campeonatos de la novena región militar que se celebraban en Las Conejeras, a las órdenes del Brigada Moya, que nos enseñó todo lo que se tiene que saber sobre cualquier arma que dispare balas. Todos los años quedábamos los segundos, detrás de la legión, que venía de Melilla, pero competíamos casi cuarenta grupos, así que la cosa siempre era de felicitaciones, porque con la legión no había quién pudiera. La noche del 21 de Diciembre, cometí un error de recluta recién llegado al cuartel de los veteranos. Protagonicé el acto de entrar a la cantina, - atestada de perros viejos, con más mili que cascorro- , con la gorra de faena puesta. Fue visto y no visto. Al instante, sentí como una mano por detrás me arrebataba la gorra, cuando me volví, ni rastro de la gorra, ni del listillo que a punto de licenciarse, tenía que entregar toda la ropa, y le faltaba eso, mi gorra. Y claro, el artista no quería pasar por las tiendas de la calle de Elvira a comprársela. ?Para qué?, si había llegado el despistado de Tito Ortiz, con una flamante, recién estrenada.
El que si fue a la calle de Elvira al día siguiente fui yo. Siete pesetas me costó una más vieja que la mía, pero que me hacía salir del paso. Por fín entré en una de aquellas tiendas en la que si querías, salías vestido para la guerra a falta de la pistola o el fusil,no tenías más que comprarlo, y de paso, charlé con el dueño, hombre tosco y arisco, que por supuesto no sospechaba que yo fuera aprendiz de periodista en Patria y La Hoja del Lunes, o hiciera mís primeras armas de locutor en la cercana Radio Popular. La venta de todo aquello estaba prohibida. La compra también. Todo era material del Ejército español. Averigué que el compraba las prendas a soldados que ya se habían licenciado, con lo cual creía estar a salvo. Las vendía a otros soldados que las habían perdido o roto, o como era micaso, me la habían robado. Pero denunciar a un superior que te han robado algo durante el servicio militar, era buscarte problemas, porque en el ejército nadie robaba. Las cosas se perdían y san se acabó. Con el tiempo, supe que muchos soldados, sobre todo, los de fuera que no tenían suficiente con los siete duros que nos pagaban cada mes, tangaban prendas a los compañeros en los cuarteles, que luego vendían como suyas en las tiendas de la calle Elvira, y sacaban unas pesetas para tabaco. Lo extraño era, que el cabo furriel hacía inventario de existencias cada pocos meses, y su inventario era modélico, en el almacén del cuartel no faltaba nada. En las compañías se hacía revisión de taquillas por sorpresa, y todos presentábamos nuestro ajuar completo, entonces como estaban las tiendas de la calle Elvira hasta arriba de género. Era un negocio ilegal a ojos de todos, la cosa más incomprensible del mundo, y por la calle Elvira pasaban mandos militares como por cualquier otra, es más, algunos vivían allí. Había varias tiendas que eran como los grandes almacenes del ejército, y eso estaba prohibido. Los electricistas se compraban un tahalí para llevar sus herramientas colgadas de la correa, y aquello era un componente del uniforme militar, que se mostraba con total soltura, a los ojos de todos. Allí entontrabas desde un gorro militar cuartelero de barco, también llamado de plátano, hasta un casco de acero para el frente, y todo era normal. Cuando me licencié, entregué al cabo furriel, todo mi ajuar militar, y además, un correaje especial que en unas maniobras me dieron, para llevar las bombas de mano colgadas en el pecho. Nadie me lo había reclamado en casi dos años que me tiré marcando el caquí. Eso sí, por las tardes iba a mi trabajo, y por las noches, dormía en mí cama. eso no está pagado con nada, cuando hablamos de la mili de aquellos años. Dices tu de mili...
miércoles, 24 de agosto de 2016
LOS BILLARES
LOS BILLARES
Tito Ortiz.-
Se llamaban recreativos, pero nosotros les llamábamos billares. En la parte de la calle Ganivet, que va desde la cochera de Correos, hasta la esquina de la calle entonces, Comandante Valdés, se extendía un semisótano con mesas de billar, pero de billar, o sea, una bla blanca y dos rojas, no ese moderno que las lleva a colorines. También había futbolines, que por una peseta, soltaban hasta siete bolas, para que juagaras un partido sin posibilidad de empate. Los billares, eran nuestra ilusión, por lo bien que veíamos por los cristales que se lo pasaban los mayores, porque a los pequeños no nos dejaban entrar, si no íbamos acompañados por un adulto. El billar que allí se juagaba tenía una mesa sin agujeros, las carambolas tenían más mérito cuantas más bandas de la mesa tocara la bola del jugador, antes de hacer acarambola. Mí madre me tenía prohibido acercarme , incluso, a las ventanas, porque decía que allí se reunía lo peor de Granada. La delincuencia juvenil, y no tan joven, tenía allí - según ella - su cuartel general, y lo único que se aprendía en los billares era a delinquir. Siempre había curiosos alrededor de las mesas donde se jugaba, a veces, dinero aunque estaba prohibido. El juego con recompensa económica estaba prohibido en todo el país, pero en la Peña de Los Monteros, y en el Club Taurino, eran famosas las partidas de cartas con miles de pesetas en juego. Se llevaban a cabo en los reservados, donde no se podía entrar si no eras socio, y además llevabas la cartera llena. Los mirones no eran aceptados. En los billares de Ganivet, cuando la partida iba seria, se notaba porque los jugadores, llevaban un chaleco puesto, y la tiza azul para el taco, se la guardaba cada uno en su bolsillo. En los futbolines había auténticos hachas en el manejo de los barrotes metálicos con los futbolistas atornillados. Ya lo de cía mí padre, cuando se refría a algún amigo tacaño: Ese se estira menos, que el portero de un futbolín. Estirarse era meterse la mano en el bolsillo para pagar la ronda. En la Granada de entonces era una afición muy cultivada.
Los domingos se ponían tan concurridos los billares, que a veces había que irse a los otros, los situados en la esquina de Recogidas con la calle Alhóndiga, frente a la cafetería del Hotel Victoria. Allí también se creaba buen ambiente, y en ambos había mesas para jugar al ping pong. Más tarde nos enteraríamos de que aquello se llamaba Tenis de Mesa, y de que Orfer, era un auténtico fiera en éste deporte, que llegó a practicarse en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, en la Acera del Casino. Juan García Collado, el hombre de las cuentas en Radio Popular, fue un decisivo impulsor de éste deporte en Granada, al que todavía hoy no se le ha reconocido su entrega. "Maese", como lo llamaba, José Antonio Lacárcel, era un hombre en el sentido machadiano, bueno, que dedicó gran parte de su vida a promocionar el tenis de mesa granatensis.
Hay que reconocer, que pese a lo pernicioso del ambiente de los billares, donde la policía entraba con frecuencia buscando a algún descarriado de la vida, de allí salieron también buenas gentes que no delinquieron nunca, y otros que llegaron a ser campeones de billar, buenos jugadores de futbolín, o practicantes federados del tenis de mesa. Eran tiempos en los que las diversiones se resumían en billares, o cine, y la juventud tenía que meterse en algún sitio, pero eso sí, la juventud masculina, porque las mujeres tenían prohibida la entrada. Aquellos antros de perversión eran exclusivos de los hombres, hasta el punto de que en el barrio, no te consideraban un adulto pleno, sino habías estado con frecuencia en los billares, y habías departido con su especial clientela. No eran infrecuentes las trifulcas, que solían saldarse con algún puñetazo o un taco de billar roto en la cabeza, nada que no se pudiera solucionar en la cercana Casa de Socorro, o en la Comisaría de Piedra Santa, donde el bueno del inspector Carrascosa, que después estuvo destinado muchos años en el Aeropuerto, intentaba poner paz, entre los acalorados jugadores. Unos porque habían perdido hasta la paga recién cobrada del mes, y otros, porque no habían visto ni una peseta de lo apostado, pero como el juego con dinero estaba prohibido, la cosa no llegaba mucho más allá.
Los billares comenzaron a perder clientela, el día que una vez derribado el Teatro Cervantes, se levantó en sus cimientos el edificio actual, y en sus bajos, con entrada por el Campillo y por Ganivet, instalarón la primera bolera de Granada. Muchos fueron los que cambiaron de afición, y aprendieron a derribar los bolos, y también cierto ambientillo del hampa granadina se trasladó al local, hasta que un aciago día en una trifulca, de un mal puñetazo, resultó un fallecido, y la bolera cayó en desgracia. Frente a su puerta de entrada instalaron también la primera Pizzería de granada, que vendía porciones genorosas, de algo que después se ha popularizado tanto, que nos ha invadido. Pero donde se ponga un buen bocadillo de las Bodegas La Mancha...
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