martes, 30 de agosto de 2016
SERVICIO SOCIAL
SERVICIO SOCIAL
Titop Ortiz.-
Algunos jóvenes pueden no haberlo escuchado de sus mayores, sobre todo si son votantes del PP, pero hubo un tiempo en que la mujer, era un ser de segunda clase en éste país. Y de eso no hace tanto tiempo. En los años setenta del siglo pasado, una mujer no se podía abrir una cuenta corriente en un banco, sino era autorizada por su padre o por su marido. Le estaba prohibido votar, y si quería sacarse el carnet de conducir, tenía que hacer un curso en la Sección Femenina. El Servicio Social. También se le pedía para ingresar en la Universidad, para opositar, y hasta para respirar. La Sección Femenina, emanante de la Falange de José Antonio Primo de Rivera, que nada tenía que ver con la que después manipuló el general Franco a su imagen y semejanza, sujetaba y adiestraba a la dama española, para que sirviera al Régimen y a los postulados de la iglesia instituída, muy amiga del general bajito del Ferrol. De Franco siempre se dijo, que había dejado que los republicanos fusilaran a José Antonilo en Alicante, para así no tener obstáculos de liderazgos posteriores. Éste asunto está demostrado, lo mismo que luego intentó grangearse la lealtad de los/as falangistas, a base de cargos y prevendas. Con la Sección Femenina lo tuvo claro. Nombró responsable a la hermana de José Antonio, y así calló muchas bocas. Pilar Primo de Rivera, cogió las riendas de la mujer española, y la metió en la senda de lo provechoso para Franco y la Iglesia de Pío XII. Con la Sección Femenina, Franco adiestraba a la mujer española, y con Educación y Descanso, la enseñaba a bailar para las galas anuales. Así todas entretenidas, no tenían tiempo de pensar en otras cosas, que no fueran los resultados del Glorioso Alzamiento Militar, según, algunas miembras distinguidas del partito popular granadino.
El nacional catolicismo, con la reina católica y santa Teresa como imágenes a venerar, eran los horizontes a conseguir por un movimiento nacido para tener a la mujer atada y bien atada. La "Guía de la Buena Esposa", fue publicada en 1953 para decirle a la mujer patria como debía comportarse. Contenía once reglas para hacer feliz a su marido de forma que fuera la mujer que él siempre soñó. Ten lista la cena para su llegada a casa, descansa cinco minutos antes de que él llegue para que te encuentre reluciente, se dulce e interesante, una de tus obligaciones es distraerlo. Arregla tu casa, debe lucir impecable. Hazlo sentir en el paraíso. Y así, hasta desgranar toda una serie de normas, en las que la mujer era la esclava que recibía a su marido con una sonrisa de oreja a oreja, y todo listo. "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes". "Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad". "Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar". Entre 1934 y 1977, la Sección Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas para cercenarles cualquier deseo de emancipación o rebeldía y cualquier otro deseo (sobre todo ése). Gracias a Falange, las mujeres van a ser más limpias, los niños más sanos, los pueblos más alegres y las casas más claras". "Todos los días deberíamos de dar gracias a Dios por habernos privado a la mayoría de las mujeres del don de la palabra, porque si lo tuviéramos, quién sabe si caeríamos en la vanidad de exhibirlo en las plazas". Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles". La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular -o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse". éstas eran frases de doña Pilar, como la llamaban, y durante cuarenta años, su ideario.
Así que no es de estrañar, que para acceder a unas oposiciones, o para sacarse el carnet de conducir, por ejemplo, las mujeres de mí época tuvieran que sacarse un título en la Sección Femenina, en el que aprendían como cocinar para su marido, a confeccionar una canastilla de ropa para cuando fueran madres, y otras lindezas de la época. Se le denominaba algo así, como el servicio militar de las mujeres.Durante tres meses cursaban una serie de materias teóricas, que pondrían en práctica en centros asistenciales, talleres o escuelas de hogar. Las estudiantes convalidaban la primera parte, debiendo realizar la célebre “canastilla” del bebé para su entrega a madres necesitadas. No obstante, un servicio ideado durante la guerra para suplir la mano de obra en hospitales o comedores del Auxilio Social, se prorrogó por el Decreto de 18 de diciembre de 1940 hasta el final de la dictadura. Se que ésto puede parecer de otro país subdesarrollado, o del nuestro en las antípodas, pero lo que cuento ocurría en los años setenta pasados. No es una historia de terror, es la realidad de nuestra tierra, que desgraciadamente ha sido olvidada muy pronto. Y ya se sabe, el pueblo que olvida su historia, posiblemente esté obligado a repetirla. De un tiempo a ésta parte, observo cierto conformismo en los movimientos de la mujer, que tanto han luchado para estar donde están, que por cierto, no es el sitió que aún les corresponde. En igualdad, estamos a mitad del camino, con terribles signos de involución. Ojo al Cristo, que es de palo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario