miércoles, 22 de agosto de 2018

DIÓGENES

DIÓGENES Tito Ortiz.- Éste pasado invierno, se han cumplido cuarenta años de la primera exposición de poemas en Granada. Tuvo lugar en el Pub Estudio Prieto’s, de la calle Alhamar, teniendo como protagonistas a un puñado de jóvenes entusiastas, que se reunieron durante años bajo el paraguas de “Diógenes”. Antes de la navidad de 1977 se fundó en nuestra ciudad “Diógenes”, formado por un ramillete de hombres y mujeres amantes practicantes de la poesía, que, con gran ilusión, querían salir a la palestra y que su obra fuera conocida. Para la primera puesta en escena, escogieron el pub de Juan Prietos, frente al bar de su padre en la calle Alhamar, que ya venía sufragando la exposición – sin ánimo de lucro por su parte – de pintura, dibujos, fotografía, y otras artes como la magia, que hasta allí llevó el gran Aparicio, hombre capaz de combinar sus trucos de mano con los poemas más hermosos. Pronto el local se hizo con una clientela multidisciplinar, que atendía fiel a cada llamada de presentación de libros o conferencias y audiciones, en su primera planta. Se daban cita gentes tan diversas como los “hipees “ del momento, los yeyés, o el mismísimo “Pepiniqui”, amigo personal de García Lorca, junto a “Miguelón” o su inseparable, José María Garrido Lopera, junto con el vecino de al lado, Aurelio López Azaustre. POEMAS COLGADOS Aquel febrero de 1978, como forma original de exhibir los poemas, frente a la lectura habitual de otros actos, los escritos se enmarcaron, y como si de una pintura se tratara, se fueron colgando por las paredes del local, con gran éxito y repercusión mediática. “Diógenes”, lo formaban entonces, Antonio Auñón, que también pintaba, Germán Ramírez, Julia, Zangróniz, Jesús Ramos, alma máter del proyecto, Concepción Sánchez y Águeda Rodríguez. Tenían su sede en la plaza de Fortuny número uno, y al tiempo que se daban a conocer, citaban en esa dirección a todo aquel que quisiera unirse al proyecto con sus escritos. De aquel acto, salió la propuesta de hacer su puesta de largo en unos meses en un colegio mayor de Granada y editar un libro con poesía popular, para el que todos buscaban patrocinio. Todos los poemas colgados se editaron en un folleto que ellos mismos sufragaron, con la portada pintada por Auñón, y el diseño de Alfredo Curiel, coordinador de la sala. Curiel, era gran actor y director de teatro, ligado a Manuel de Pinedo en principio, y después a Juventudes Musicales, y allí dejó su sello personal como hombre de la cultura abierta al mundo, hecho que ratificó durante la presentación del acto. EN LA MADRAZA Por aquellos años, yo solía compartir mesa a la hora de comer, con “Pepiniqui”, en “Casa Carmelo”, de la calle de La Colcha, en una especie de comedor cueva que había al fondo del local. Aún no he podido olvidar el sabor de sus pimientos rellenos, los mejores de la comarca. El 15 de Diciembre de 1979, cuando llegué, el pequeño de los Rosales ya estaba en la mesa, incluso ya me había pedido el tinto con sifón con el que ambos comíamos. Le conté que esa tarde, en La Madraza, se presentaba de largo el grupo, “Diógenes” que el año anterior él había visto nacer, así que acordamos que asistiría al acto, y así lo hizo. Ocupó uno de los incómodos bancos del salón de Caballeros XXIV, pero al final, como siempre. Yo me senté a su lado, y nos reímos mucho al pensar que al finalizar, yo no tendría que salir pitando, porque por una vez, me había tocado cubrir un hecho que se producía junto a mi periódico, Patria. Alfredo José María Curiel Aróstegui y de La Plata, tomó la palabra para presentar la primera publicación del grupo, “Diógenes, laboratorio poético” argumentando que los protagonistas, eran un punto de unión entre un pasado necesariamente triste y oscuro, a un presente y futuro que debía manifestarse con la amplitud y validez que el tiempo exigía. “Diógenes” trabajaba en dos vertientes. Una puramente crítica en base a una formación poética sobre autores consagrados, y otra, sedimentada en el trabajo puramente imaginativo y libre de cada uno de los componentes. Pretendiendo con ello, la auto proyección literaria del grupo, y en enlace directo, la posible difusión y conocimiento de una poesía popular, no populachera. Al ser todos autodidactas, se reflejaba cierta influencia de poetas como, Lorca, Machado o Alberti. Resaltó Curiel, la enorme inquietud investigadora de los componentes, admitiendo que si bien, los trabajos no sorprenderían a especialistas y eruditos, si que podían ayudar mucho a lectores interesados en repasar aquellos sucesos que pasaban desapercibidos, en duros días de renacer y revivir falleciendo. Finalizado el acto, “Pepiniqui” Rosales y yo, nos tomamos un tinto en el Sevilla, y yo me subí a escribir la crónica.

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