jueves, 16 de agosto de 2018
EL CLUB LARRA
EL CLUB LARRA
Tito Ortiz.-
Para entender la transición política en Granada y completar su estudio, es imprescindible contar con la participación de “El Club Larra”. Un lugar de encuentro, una especie de ateneo libertario, en el que las ideas políticas, la nueva cultura y la vanguardia del arte, se dieron cita sin censura, para ventilar una Granada apolillada.
Durante mi infancia en los bajos del Club Larra se confeccionaba, “La Goleada”, una hojita que, por dos reales, te permitía saber, una vez terminados los partidos de fútbol el domingo, cuál era su resultado, la clasificación y la quiniela. ¡Ha salido “La Goleada, ¡con la victoria del Granada!, pregonaban los chaveas que la vendían por las calles, para cuyos puestos había lista de espera, porque en un par de horas, te ganabas unas pesetillas para la semana, y eso no era moco de pavo en aquella época. Precisamente allí estuvo mucho tiempo el patronato de Apuestas, pero en este lugar de la Plaza de Los Campos, junto al Cuarto Real de Santo Domingo, en este edificio que siempre estuvo ligado al nombre del emperador, tuvo sus instalaciones el Club Larra. “El Larra”, como le decíamos los periodistas, significó en el segundo lustro de los años setenta, un soplo renovador de aire fresco, con las ventanas abiertas a todo lo venidero. Un lugar maldito para la Granada tradicionalista y de la jons, que llegó incluso a encargar misas desagravio, en la iglesia de Nuestra Señora de La O, cuando se enteró de que el diablo con cuernos y tridente, o sea, Santiago Carrillo, venía a dar una conferencia a su salón de actos. La actual comisaría, era la sede de la OJE, y allí ensayaba su banda juvenil de música. En la esquina de la calle del Rosario, tenía su tienda de electrodomésticos y fotografía, José María Caballero, responsable de la Falange Española en Granada. Un Montefrieño, con el que charlé muchas veces en presencia de Pepe Campos de España, mi amigo y compañero de la COPE, que militaba en la CNT, y que mantenía cordiales charlas con Caballero, que nunca rehusaba el diálogo. También fui testigo de alguna conversación de éste con, José García Ladrón de Guevara, entonces en las filas clandestinas del PSP de Tierno Galván, compañero de Ideal, y con el que coincidí en muchas ocasiones en el Club Larra.
HACE CUARENTA AÑOS
En 1978, “El Larra” comienza a funcionar significando un auténtico revulsivo en el panorama cultural y político de una Granada ñoña y anquilosada por la dictadura. Los abogados, Jerónimo Páez, y Antonio Jiménez Blanco, que, por otra parte, como le pasaba al propio Adolfo Suárez, descienden políticamente del anterior régimen establecido a la fuerza, se posicionan en la agonía de la dictadura, en una discreta oposición al franquismo, que va tomando fuerza y consolidando una postura claramente aperturista y ecuménica, con ansia de libertad, que no se queda en los gestos, sino que apuesta de manera contundente por un camino sin retorno hacia las libertades. Era impensable para la Granada de la época, imaginar que Santiago Carrillo, líder internacional del Partido Comunista de España, iba a venir a nuestra ciudad, y poder dar una conferencia en el Club Larra. Pero con ser esta apuesta valiente, por parte de Páez y Jiménez Blanco, el asunto no se queda desnudo, sino que por “El Larra”, pasan personas importantísimas de todo signo político, dejando su mensaje ideológico. También lo hacen conferenciantes de ramas distintas, y artistas de todas las ramas, dejando testimonio de que el afán rupturista de España con su pasado no es un sueño, sino que el futuro libre para todos ha llegado ya.
EXPOSICIONES Y PERSONAJES
En aquellos años yo, era el crítico de arte del Diario Patria y La Hoja del Lunes, así que mis visitas al Club Larra eran cuando menos, semanales. Para el segundo aniversario de la muerte de Franco, El Larra, colgó una exposición del pintor, José Vivancos Plazas, que, rompiendo con su etapa anterior academicista, presenta una nueva obra vanguardista y proyectada al futuro. Ese mismo año (1977) para la Navidad, en El Larra cuelgan sus cuadros como artistas emergentes, Miguel Martínez, A. Rubio, mi primo, José Luís Cabrera, y el archidonense-granadino, Jesús Conde. Cabrera con su estudio en el Pie de La Torre, junto al Titi el afilador, mostró por primera vez sus acuarelas al papel mojado, una técnica solo al alcance de unos pocos. Jesús colgó tres dibujos excelentes y tres grabados al agua fuerte de una factura exquisita. En enero de 1978, allí colgaron sus fotos el denominado entonces, Grupo “Albaicín”, o sea, Torres Casado, Fornieles Franco, García García, Jiménez Mingorance, Martínez Fajardo, Ortiz Albarín, Sánchez Caravaca y Algarra López. El grupo pide además en llamamiento público, que se unan a ellos, cuantos fotógrafos quieran, ya sean profesionales o no. El contacto es en la Calle, Almez de San Pedro, número tres, los jueves a partir de las nueve de la noche. Los precios de las fotos para su compra, van desde las seis mil, a las veinte mil pesetas. Algo muy asequible para la época.
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