viernes, 3 de agosto de 2018
JUAN DE LOXA
JUAN DE LOXA
Tito Ortiz.-
Fundó “Poesía 70”, “Manifiesto Canción del Sur”, la “Casa Museo Natal de Federico García Lorca” y, se inventó a “Los Novísimos” desde el “Jondismo” de su creatividad sin límites.
Solía encender el cigarrillo, con la colilla humeante del anterior, en aquel despacho redacción de, Radio Popular de Granada, que compartía con José Antonio Lacárcel, quizás el ser vivo que mejor lo conocía y comprendía, junto con Elodia Rodríguez. Y desde ésta emisora de provincias, nos enseñó a ser la resistencia intelectual del país, solo con la sabiduría y el poder de la palabra. El suyo fue un trabajo continuo y perseverante, sin alaridos, comprometido con la libertad, dentro de un régimen dictatorial que lo vigilaba de cerca y lo censuraba, pero al que toreó con el primor de sus versos inapelables. Juan de Loxa, estudiante interno de La Abadía del Sacromonte, bajó un día las siete cuestas, eligiendo su Albayzín para morar y crear una ciudad distinta. Su Premio Ondas, no lo movió de la loseta, donde al ritmo de un chotis para verso y púa, nos adentraba cada día en la copla, que por entonces estaba vetada por la progresía inculta, creyéndola heredera del sistema político de entonces. Ese fue un riquísimo patrimonio que nos fue suministrando con cuenta gotas, como cama de los versos machadianos, de Miguel Hernández o Lorca, y todo en él encajaba como un puzle de proyección imparable.
MANIFIESTO
Para cobijar a todo aquel que con su guitarra quería alzar la voz, se inventó, “Manifiesto Canción del Sur”, dándoles su espacio en las ondas radiofónicas, y metiéndolos en la Universidad, donde sus recitales se contaban por éxitos, despertando conciencias hasta entonces aletargadas en ésta ciudad del sur de todos los sures, consiguiendo que la de La Alhambra, fuera la máquina que tirara de ese tren andaluz que cantaba al campo y sus gentes, con la sana intención de romper las cadenas, que a veces eran más, mentales que metálicas. Con la canción de autor por toda arma, se abatieron los miedos, se enarbolaron banderas verdes y blancas, y se forjó una esperanza, que años después fue una hermosa realidad en la que hoy todavía vivimos. Carlos Cano, Enrique Moratalla, Miguel Á. González, Raúl Alcover, Pascual, Esteban Valdivieso, Juan Titos, Nande Ferrer, Esteban Valdivieso, Ángel Luís Luque, y Antonio Mata, entre otros, hicieron posible aquel sueño. Su militancia intelectual lo hacía posible, palpable, sencillo y cuando llegó la oferta de la militancia política, supo mantenerse equidistante, con la elegancia de un perfume que solo se deja notar en esas distancias cortas, aunque él lo envolvía en un papel de versos, como corresponde a un intelectual comprometido, sí, pero con la cultura y los seres humanos, sobre todo. Ese mensaje los dejó en negro sobre blanco en, otra de sus creaciones inolvidables, “El Despeñaperro Andaluz”, con el diseño de otro grande de entonces, Julio Espadafor. Una revista literaria moderna y audaz, que no tuvo continuidad por la cicatería y el miedo de la época, pero que marcó el paso de otras publicaciones fuera de Andalucía, que sí obtuvieron éxito.
LA CASA
Donde no había nada, se inventó una casa museo para nuestro poeta más universal, en su Fuente Vaqueros natal, donde en tiempos difíciles, solo y en compañía de otros, se gestó un acto sin precedentes: “El Cinco a las Cinco”, que contó con el respaldo nacional e internacional que nadie podía sospechar, en aquella incipiente década de los setenta del siglo pasado. La casa natal, su gran obra, de la que fue desposeído, -según las explicaciones oficiales- por carecer de la titulación exigida para el cargo, algo que advirtieron pasados muchos años, cuando ya la había convertido en el mayor centro de peregrinaje de todo el mundo cultural, es una de sus grandes hazañas contra viento y marea. Y todo ello sin descuidar su obra poética, literaria y artística. Juan era ante todo un poeta comprometido con su tiempo, y que no dudó en abordar cualquier expresión para mostrar su verdad, su mundo creativo no tuvo límites, y su constancia en el trabajo, tampoco. El teatro no le fue ajeno, dejando para la historia el “Ay Jondo” y “Ceremonial”, estrenados por Mario Maya, que los pasea por todo el mundo. “La Invasión de Los Bárbaros del Sur” y “No hay Derecho”, son discos, hoy día ya solo para coleccionistas, de un hacer rico y propio, con una proyección de rabiosa actualidad al día de hoy, que es lo que tienen las obras de los grandes genios, como Juan de Loxa, al que Granada echa de menos como agitador cultural, desde el mismo día de su adiós. Como testamento, nos dejó su manera de ser y comportarse, la mistad eterna y… “Christian Dios en Cada Rincón de Mí Cuerpo”, eso solo para abrir boca, porque, “Y lo que quea por cantar” es mucho.
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